Cani vuelve a Riazor con Aragonés pendiente de él

Cani no tiene billete para la euforia, así que la reunión de halagos a su alrededor lo encuentra con una calmada indiferencia. Ni siquiera la clasificación para la final de la Copa o su regreso a Riazor, donde el año pasado hizo un partido memorable (2-3), inquietan un tono de ilusionado escepticismo: La Coruña es el último escaparate antes de la próxima lista de la Selección. Cani está tranquilo: "Ni me lo planteo, y además creo que a estas alturas Luis lo tendrá ya todo decidido".

En realidad, el zaragozano ya lleva un par de meses en el punto de mira del seleccionador, que ha llevado a su colaborador Jesús Paredes un par de veces a La Romareda para observar en directo al jugador. La resonancia que ha obtenido el Zaragoza en la Copa, frente a rivales mayores, y la forma de Cani en estos tres últimos meses, han compuesto una posibilidad muy cierta de que Luis lo llame el viernes.

"No tengo en la cabeza la posibilidad de que me llamen o no, y además creo que Luis ya tendrá decidido su equipo". ¿Y si tuviera alguna duda? "Bueno, no sé... yo siempre quiero jugar bien, pero sobre todo porque es lo mejor para mí mismo y para el equipo". Éste es año de Mundial. El Niño sueña en rojo, aunque en silencio y con cuidado, con los pies en el suelo; pero piensa en blanco y azul. En el Zaragoza y en su partido con el Deportivo.

Regreso.

En Riazor, el curso pasado, en el último partido de 2004, Cani dio una de esas charlas de juego creativo y definitorio. Hizo gol de vaselina y con otro globo le regaló uno a villa . "Fueron dos goles bonitos y un partido especial no sólo por mi actuación, también por el juego del equipo". Aquellas explosiones de genio eran más o menos efímeras. Ahora se han convertido en una costumbre, así que Riazor no constituye ningún fetiche para el jugador: "Este año todo es diferente, el Deportivo, su entrenador... y nosotros".