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Copa del Rey | Real Madrid - Zaragoza

Once Juanitos frente a Once Magníficos

El Madrid se encomienda a la mística y el Zaragoza a su ventaja.

Actualizado a
<b>MENSAJE. </b>Ramos sonr en la puerta del vestuario está la clave: 5-0.
david r. anchuelo/realmadrid.com

Mientras el Madrid invoca a Juanito, que es un espíritu, el Zaragoza expone sólidos argumentos terrenales, seis goles a favor y uno en contra. La ventaja es indiscutible y nadie la ha remontado jamás en competición española o europea. Bueno, sí, aunque sirvió de poco. El Atlético fue el protagonista, y se entiende. En la Copa de la campaña 1931-32, perdió 7-1 contra el Alavés y en un Metropolitano medio vacío ganó 6-0 (1-0 al descanso), con lo que forzó el partido de desempate (entonces los goles fuera no tenían premio). En el encuentro decisivo, disputado en Chamartín, el Alavés se impuso por 3-1 y pasó a cuartos. Pero esa fue otra historia.

En la que nos ocupa, el Madrid apela a la mística y el Zaragoza a la evidencia. Las razones de los madridistas se fundamentan en un amplio historial de heroicas remontadas en el Bernabéu, el estadio donde "90 minuti son molto longo", según traducción libre de Juanito. Juanito. Como el 2 de abril se cumplirán 14 años de su muerte, no sobra un recordatorio para los menores de 25, que apenas habrán visto y oído. Juanito fue un genio que igual pudo calzar botas que capote o guitarra flamenca. Un volcán. Un James Dean de Fuengirola. Uno de esos talentos españoles excesivos y tiernos, ignoro si quedan.

Juanito y Camacho eran los ideólogos de aquel Madrid y la suya era una filosofía de gritos y bayoneta, una pasión desatada pero, aunque parezca contradictorio, con guión: antes del minuto dos, un tiro a puerta; las tres primeras jugadas acaban en remate; los tres primeros balones que controlen ellos son falta nuestra; en la primera falta que nos hagan, cinco protestamos al árbitro y cinco a quien la cometa...

El rito.

Todo se organizaba una hora antes del almuerzo, sin Molowny, que sabía y concedía. Se puede desobedecer a un jefe, pero jamás traicionar al grupo. Se hablaba de la magia del Bernabéu, del miedo escénico, pero eran ellos.

Cuando Casillas se encomendó a Juanito tras el 6-1 abrió la única escapatoria posible y con una palabra movilizó al madridismo. Qué importante sería que en los contratos de los futbolistas se incluyera la asignatura de historia del club, teoría y vídeos, así sabrían quiénes son esos viejos con los que se cruzan en los pasillos, así podrían hacerles una reverencia de vez en cuando.

Hasta aquí el sueño, ahora la realidad. El Zaragoza tiene todas las razones (y el equipo) para sentirse en la final, pero intuyo que le empieza a asaltar la inquietud de quien descubre en el otro una fe irracional e inquebrantable, que no sólo le permite sonreír, sino dirigirse silbando hacia el patíbulo. El primer impulso es pensar que el reo está loco; el segundo es buscar cómplices, mirar al cielo, por si son ángeles, temer que el condenado sepa algo que nosotros desconocemos.

El miedo.

Sólo un repentino e inesperado ataque de miedo pondría en peligro al Zaragoza y creo que ni eso bastaría, porque sería necesario que coincidiera con la más arrebatadora inspiración del Madrid. ¿Y puede contagiarse el equipo actual con el espíritu de Juanito? Florentino lo cree: ayer cenó con los jugadores en su hotel y los vio convencidos de que la proeza es posible.

Víctor alineará al mismo once que se exhibió en La Romareda y las única dudas son su discurso (defenderse o atacar) y saber cómo responderán Gabi Milito, Cani y Álvaro a la amenaza de una tarjeta que les dejaría sin final.

Si el partido acaba 6-1 habrá una prórroga de 30 minutos y si nadie marca se tirarán penaltis ¿Se imaginan?