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Primera | Atlético 1 - Real Sociedad 0

Kezman alarga la fiesta

El Atlético ganó a la Real y encadena cuatro triunfos

<b>EUFORIA. </b>Maxi, Molinero, Torres, Luccin e Ibagaza rodean a Kezman tras el decisivo gol del serbio.

Sin el brillo del Camp Nou, pero el Atlético sigue en estado de gracia. Ayer resolvió con un gran gol de Kezman en el minuto 81, cuando el Calderón empezaba a pensar que se desinflaba el globo, y encadena así cuatro victorias seguidas, que le sitúan a seis puntos de Europa, una distancia apreciable, pero un paseo si tenemos en cuenta lo lejos que estaba hace un mes. La Real mereció el empate, pero acabó sucumbiendo a su conservadurismo final y al inefable Puentes Leira.

Hasta el gol, el árbitro fue el centro de atención. Aquello era ver al inspector Clouseau con un silbato. El hombre correteaba por allí con cara de despiste y no daba una. Perdonó la roja a Luccin, no señaló un penalti a Torres y cerró el show con una de las expulsiones más absurdas de la historia, al echar a Viáfara por ser agredido por Gabi. El colombiano le soltó al rojiblanco un ligero codazo y Puentes dio la ley de la ventaja. Luego, cuando Gabi se revolvió de mala manera, sacó la roja y como el de la Real fue el primero en pasar por delante de él, lo mandó a la ducha. Lo dicho, alta comedia.

Toma y daca. Mucho antes, el partido había nacido muy prometedor. Conscientes de sus carencias defensivas, ambos salieron al ataque y en los primeros 20 minutos se sucedieron las ocasiones, la más clara un mano a mano que Maxi estrelló en Riesgo. Pero el partido entró en una espiral de faltas que Puentes no supo detener y la Real, mucho más fuerte en el juego aéreo, creaba peligro en cada acción a balón parado.

El Atlético vivía de los momentos de inspiración de Ibagaza, la constancia de Torres y las carreras del resucitado Petrov. En uno de sus fogonazos, Kezman tiró fuera un remate franco tras una gran jugada colectiva. Hace nada, los rojiblancos no se hubieran sobrepuesto a ese error, pero todo ha cambiado, también la suerte. Así, Kezman pudo redimirse y la fiesta rojiblanca no se detiene.