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Primera | Osasuna 2 - Atlético de Madrid 1

Osasuna baila al Atlético

Raúl García y Romeo remontaron el tanto de Petrov.

<b>LA ENÉSIMA DECEPCIÓN. </b>Colsa, Antonio López y Petrov se desesperan mientras los jugadores de Osasuna celebran el gol de Romeo.
MIKEL SAIZ Y AITOR MARTÍN

Osasuna no jugó contra el Atlético. Jugó con el Atlético. Si quedaba alguien que dudase de que el fenomenal bloque de Aguirre iba en serio, esta doble exhibición ante los equipos madrileños le habrá aclarado la cuestión. Lleva nueve victorias sobre nueve en El Sadar y el tópico del Osasuna aguerrido y limitado debe acabar. Lucha, sí, pero juega de maravilla al fútbol, con Raúl García de líder y Delporte y Webo de magníficos escuderos. Y eso sin Milosevic. Un diez.

Del Atleti poco que decir. Que la Navidad va a ser calentita, que está a cuatro puntos del descenso y que nadie en ese equipo parece creer ya en el proyecto. Si buscan soluciones en el mercado invernal, tendrán que fichar a Gandalf, Merlín y hasta a Tamariz. Necesitan magia.

El Atlético se puso por delante una vez más y, para no perder las costumbres, fue una anécdota. Al menos sirvió para que Petrov soltase en el imparable zurdazo que supuso su estreno goleador parte de las frustraciones que le perseguían y lastraban su juego. Tal vez ahora baje sus revoluciones. Quitando eso, el 0-1 pasó al olvido en dos minutos. Los que tardó Raúl García en empatar.

Todo nació del enésimo balón aéreo que la defensa atlética no acertó a despejar. Romeo, que había entrado por el lesionado Milosevic, bajó el balón y se la dejó a Raúl García en la frontal. Ahí el canterano rojillo dejó su tarjeta de visita: la pego con el exterior, colocadita y con mucha clase. Imparable para Roberto.

No fue imparable el segundo, ya que el chaval salió raro a los pies de Romeo, pero estaba vendido. Los que deben dormir intranquilos son sus diez compañeros que permitieron que de un saque de Ricardo se crease un gol sencillísimo, con Delporte y Romeo llegando contra un único defensa. El repliegue no está en el librillo de BIanchi por lo que se ve.

Así que en cinco minutitos, Osasuna había puesto las cosas en su sitio. Y ahí, con una hora por delante, se acabó el partido. El Atlético desapareció de manera estrepitosa y no volvió a rematar a puerta en toda la noche. Deberían quitarle las vacaciones a todos. O dárselas permanentes.

Osasuna se vio tan superior que, pese a jugar en una pista de patinaje, dedicó la segunda parte a tocar y lucirse, sin demasiado interés en cerrar un partido que, pese a la corta ventaja, ya sabía muerto. Aún así, Romeo remató dos veces al palo. La imagen del Atlético no merece malgastar papel.

Y así acaba 2005, con lógica. El equipo que huele a Champions ganó al que comienza a tener pesadillas con el descenso. Ley de vida. ¿Qué esperar para 2006? En Pamplona, un monumento a Aguirre y hacer mucho dinero si decide vender a sus joyas. En el Atlético, si todo va bien, mediocridad. Si va mal, cualquier cosa.