Primero fue el argentino Messi quien levantó la liebre en declaraciones al diario Olé: "El sorteo ha sido una cargada (una burla). Todo estaba arreglado". Después fue un programa de la televisión pública italiana, Domenica In, quien apoyó sus sospechas en lo que entendía que eran pruebas irrefutables: bastaba con repasar las imágenes de televisión para comprobar cómo Matthäus manoseaba dos bolas antes de extraer la que señalaba el rival de Italia... ¡Estados Unidos! Todavía quedaban en ese bombo, teóricamente el más fácil, Japón, Corea y Arabia.
Según la teoría de la conspiración que manejan italianos y argentinos, se habrían utilizado bolas calientes y frías para guiar a las manos inocentes, un fraude que jamás se ha demostrado pero que sobrevuela sobre todos los sorteos y sobre los perjudicados por los mismos. De hecho, quienes denuncian ocupan los llamados grupos de la muerte. Por un lado, Argentina, Holanda, Serbia y Costa de Marfil; por otro, Italia, República Checa, Ghana y EEUU. Pero lo cierto es que hay algunos movimientos que invitan a la desconfianza.
Roger Milla sacó las bolas que ordenaban en los diferentes grupos a los cabezas de serie, a excepción de Alemania y Brasil, cuyos grupos estaban ya asignados para que no se encuentren hasta la final. Nada raro, más allá de esa ayuda descarada al país anfitrión. Después, Cruyff fue el encargado de descubrir de quién serían rival los equipos de África, Sudamérica y Oceanía. Todo normal.
El lío se monta cuando llega el turno de Pelé, encargado del bombo de países europeos. O'Rei introduce su mano derecha en él antes de ser presentado y cuando las miradas se dirigen a Markus Siegler, maestro de ceremonias. Después de revolver las bolas, Pelé se seca las manos con un pañuelo.
Cuando por fin llega su momento, el brasileño saca a Polonia, Suecia... y Holanda. Lo sorprendente es que en este caso susurra cuál es el equipo antes de que lo desvele Siegler... y acierta. ¿Coincidencia? Todavía quedaban en el bombo seis selecciones. En extracciones posteriores también juega a adivinar el nombre y falla.
Bella. Entonces entra en escena Heidi Klum, dirán los suspicaces que para despistar. La modelo empareja a Serbia con Argentina y nadie ve nada raro en su modo de tocar las bolas. Justo lo contrario de lo que ocurre con Matthäus. Cuando debe elegir el rival de Alemania, Lothar atrapa una bola y la suelta en último instante para tomar otra. Costa Rica. El trajín no es menor con el enemigo de Italia: Estados Unidos.
"Idioteces, los italianos deben estar locos", responde Matthäus a quienes le acusan. ¿Frío o caliente? España no se queja, no vaya a ser que, horror, repitan el sorteo.
