Primera | Athletic 1 - Atlético 1
Petardazo en el descuento
Madrugó Kezman y Orbaiz empató fuera de tiempo
Una acción de un vándalo, que lanzó un petardo que estalló a un metro escaso de Molinero y Falcón, acabó permitiendo empatar al Athletic. Es una peligrosa lección que una estupidez acabe favoreciendo a tu equipo. Orbaiz marcó en el 96, superados los cinco minutos de prolongación que había indicado el árbitro, pero González Vázquez consideró que debía añadir más tras la acción del petardo. Ver para creer lo del Atlético, que dejó escapar su cuarto partido de lo que va de Liga en la prolongación.
Al margen del petardo, Bianchi también fomentó el empate. No se entiende que, después de tanto acusar a sus jugadores de no saber enfriar los partidos, no realizase el cambio que le quedaba cuando la victoria ya era suya y ni el Athletic creía en el milagro. El Virrey aseguró luego que el árbitro no tenía perdón. Yo diría que él tampoco. Ahora su equipo se pudre en la zona media-baja y su crédito desaparece a toda velocidad. Y eso que en el duelo de banquillos Clemente tampoco estuvo muy lúcido.
Patapum. Dicen que con los años se extreman las ideas y en el caso de Clemente parece cierto. En su estadio, ante un rival con un solo punta y necesitando el triunfo como el respirar, el técnico del Athletic sacó una defensa de cinco con tres centrales como tres soles. Una tenebrosa declaración de intenciones que encontró pronto castigo cuando, en el minuto 11, Kezman le ganó la espalda a toda la poblada (y pardilla) zaga rojiblanca para marcar el 0-1 y convertir el ultraconservador planteamiento de Clemente en un mal chiste.
En realidad, durante una primera parte en la que el Atlético perdía el balón más rápidamente que Maradona los kilos, el único argumento del Athletic fue el clásico patapum p'arriba. Aunque ayer éste era un argumento peligroso, ya que la defensa de los de Bianchi era un flan. Un flan bajito, para más señas.
A las ausencias del gran Pablo y de Antonio López, se unió la lesión de Leo Franco, el otro valladar. Cada balón colgado, con Urzaiz pareciendo Blancanieves entre los siete enanitos, era un drama. El pichichi Luis Prieto echó fuera dos cabezazos francos y Valera sacó bajo palos un remate de Urzaiz. Sin embargo, la ocasión más clara antes del descanso la tuvo Kezman, que falló estrepitosamente con Aranzubia ya batido.
Tras la reanudación el Athletic se fue desinflando, sin más fútbol que los detalles de Yeste. Ibagaza se adueñó del partido y sólo el enésimo balón colgado obligó a Falcón a hacer una gran parada a Urzaiz. Clemente, a lo suyo, decidió sentar al navarro en una decisión sin ningún sentido y el Atlético se encaminó hacia un triunfo inevitable. Pero, claro, estaban el petardo, el árbitro, Bianchi y el destino. Ya saben lo qué pasó.