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Primera | Atlético 1 - Villarreal 1

El Atleti regala el empate

El Villarreal, con diez desde el 16', marcó en el 94'

<b>DESESPERACIÓN. </b>Maxi, Ibagaza, Kezman, Fernando Torres y Antonio López no podían creerse que se les hubiera escapado la victoria.

Todo lo que pueda decir les sonará a historia conocida. El Atlético, que parecía embalado hacia su cuarto triunfo consecutivo y unos niveles de autoestima desconocidos, se suicidó y le regaló el empate en la prolongación al Villarreal. A menudo parece que este equipo encontraría un tiburón hambriento en el desierto y, si el rival no le plantea problemas, se los inventa. El golpe de ayer es durísimo por el momento, por las formas y por las dudas que genera.

Porque al Atleti se le puso el partido de cara tan pronto que sus hinchas más pesimistas (la mayoría) aventuraron el descalabro: un colchonero nunca confía en que la suerte se alíe con él, en que no termine habiendo un castigo. Pero eso sucedió mucho después. En el minuto cinco, Zahínos disparó desde fuera del área, el balón tocó en Arruabarrena y se hizo inalcanzable parra Viera, 1-0; en el 16', Gonzalo enloqueció y entró por detrás a Torres ganándose la roja, y en el 30', Pellegrini tuvo que sacar a Barbosa, su portero suplente, por el lesionado Viera.

Triple fortuna. Los tres acontecimientos merecen un comentario. El gol de Zahínos completa una de esas historias más grandes que la vida que adoran los americanos. La de un jugador que roza la retirada por las lesiones y se recupera hasta tener su momento de gloria. Claro que en la película su equipo gana el partido, pero en Hollywood no podrían ni soñar al Atlético.

La roja a Gonzalo habrá quién la discuta, pero se agradece que se castigue la violencia más que otras tonterías. Lo incomprensible fue que Pérez Lasa olvidara la existencia de la ley de la ventaja cuando Petrov iba a marcar el 2-0. Por último, entre Viera y Pellegrini nos regalaron un hecho histórico: siete minutos con un portero manco, los que tardó en producirse el cambio, que casi le cuestan el segundo al Villarreal

Con el viento a favor, el Atlético, donde Gabi regresó al once, dominó sin esfuerzo, pero fue incapaz de concretar. El Villarreal era un alma en pena, rendido a las fatalidades: otro día será. Así que los rojiblancos llegaban y llegaban y, entonces, se hizo evidente que le falta un Riquelme. Nadie era capaz de dar pausa y precisión a tanta carrera. Descubriéndose vivo, el Villarreal, con la entrada de Senna, recordó que ante el Atleti todo es posible.

Bastó que Riquelme, anulado por Zahínos toda la noche, se escapara dos veces y le diera sendos pases letales a Forlán. Leo sacó el primer mano a mano, pero el uruguayo cabeceó a placer el segundo para empatar un partido imposible. Bianchi vio la luz en ese momento y luego aseguró que en el Atlético ve mucho romanticismo y poco realismo. Es cierto, pero lo que yo también vi fue que el Atleti tuvo el músculo y el Villarreal, el cerebro. Un instante de Román valió lo mismo que 90 minutos de dominio. Una bella y dolorosa lección.