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Primera | Racing 0 - Atlético de Madrid 1

Golazo de Maxi y a sufrir

El Racing pudo empatar tras los cambios de Bianchi.

<b>SE ESTRENÓ LA FIERA. </b>Maxi celebró con rabia su primer gol con el Atlético.  Kezman y Petrov corrieron a festejarlo junto al argentino.
Alejandro González y Serrano Arce

Un fogonazo de Maxi devolvió el optimismo al Atlético. No por el juego, que fue pobre, ni porque Bianchi haya encontrado el oremus, sus cambios resultaron peligrosos para su propio equipo, sino porque puede haber recuperado a un jugador, Maxi, que parecía perdido para la causa y porque encara los dos próximos partidos en casa en muy buena situación para engancharse al vagón delantero.

Al Atlético le rescató una acción aislada en la prolongación de la primera parte, en la que había sido un juguete en manos del rival. Su salvación fue que, arriba, este Racing no es un niño muy espabilado y un puzzle de dos piezas le parece un jeroglífico irresoluble. La huida de talentos de este verano (Benayoun, Regueiro y Javi Guerrero) ha hecho mucho daño a un equipo que defiende con orden y contundencia y ataca porque no le queda más remedio. Aganzo es el mejor ejemplo: choca, pelea, pega... y no le marca ni al arco iris. Preciado tiene trabajo.

Gol salvador.

Bueno, pues cuando menos se le esperaba apareció Maxi. Fue, cómo no, llegando por el centro, no por esa banda que es su condena. Sintiéndose en su hábitat natural dejó de parecer un gatito para volver a ser La Fiera y soltó un sensacional disparo, potente y colocado, desde fuera del área, que superó a Aouate y nos recordó que este jugador marcó quince goles la pasada Liga. Teniendo en cuenta que, hasta ayer, sólo Kezman y Torres habían visto puerta, una tercera vía sería una bendición para el Atleti. ¿Lo pondrá ahora el Virrey en su sitio?

Pues no sé qué decirles porque Bianchi empieza a ser como mi ex novia: raro tirando a incomprensible. Porque tras el descanso, liderado por las genialidades de Torres y las galopadas del incansable Petrov, el Atlético parecía a un suspiro de cerrar el partido. Entonces el técnico argentino cambió al Niño por Valera. Además de ponerle en bandeja al público de El Sardinero su bronca más deseada (impecable Torres, sin un mal gesto en toda la tarde) envió un mensaje temeroso que empequeñeció a los suyos y resucitó al Racing. Cuando cambió también a Kezman y Petrov, el sufrimiento estaba garantizado.

Ese fue el momento en el que se agigantó Pablo, instalado ya en la élite de los grandes centrales de la Liga junto a Puyol, Andrade y pocos más. Con Perea desdibujado, el manchego fue una muralla. Y donde él no podía llegar, aparecía Leo, otro que crece por días. Así, sufriendo más que un músico de verdad viendo Operación Triunfo, el Atleti se llevó tres puntos vitales. Les diré que en Boca criticaron al principio a Bianchi por conservador, pero acabó ganándolo todo y ahora le veneran. Si ese es su plan en el Atlético, la parte de los bostezos la ha cumplido de maravilla. Tal vez ayer empezó con la de ganar. Eso sí, le va el suspense.