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Primera | XXXV trofeo carlos lapetra

Carlos Lapetra, el beatle de los Magníficos

Diez años después de su muerte, el Real Madrid, precisamente el equipo contra el que debutó Carlos Lapetra, se suma al homenaje anual al mejor jugador de la historia del Real Zaragoza. A un superclase que enamoró a La Romareda con su fútbol de tiralíneas y su personalidad.

<b>EL MEJOR. </b>Carlos Lapetra, alma y líder de los Magníficos.

El próximo 24 de diciembre se cumplirán diez años del fallecimiento de Carlos Lapetra Coarasa (Zaragoza, 1938), el mejor jugador de la historia del Zaragoza, el líder y el alma de los Magníficos, un superclase sólo comparable con Nino Arrúa. Un genio. Pero también un caballero de los pies a la cabeza, un jugador culto y refinado en una época en la que apenas había universitarios en el fútbol. Un señor. Se decía que le faltaba afición y que lo único que le gustaba del fútbol profesional era el dinero. Y quizá fuese cierto, pero su talento y su clase como futbolista estaban por encima de todo. En definitiva, una figura inigualable, a la que el Real Zaragoza y todo Aragón rinden homenaje una vez al año con un partido que lleva su nombre desde 1996, el Torneo Ciudad de Zaragoza-Trofeo Carlos Lapetra.

Por cuestiones de la Guerra Civil, Lapetra vino al mundo en Zaragoza, pero siempre se consideró de Huesca. Y en la capital del Alto Aragón vivió toda su niñez, unos años felices y sin dificultades, porque su padre era un próspero administrador de fincas que pudo darle a Carlos y a todos sus hermanos las mejores posibilidades en unos tiempos de escasez. Carlos Lapetra comenzó a jugar al fútbol en el Colegio San Viator de Huesca y de allí pasó enseguida al Huesca juvenil, donde llamó la atención de todos. Pero el fútbol era sólo un mero entretenimiento para él, y todavía más para su padre, empeñado en convertirlo en un hombre de leyes. El Real Zaragoza lo descubrió en 1958, cuando estudiaba Derecho en Madrid junto a su hermano mayor, Ricardo, y ambos se divertían jugando los domingos con el Guadalajara en Tercera.

Su etapa en el Zaragoza (1959-69) fue gloriosa, triunfal. Mundo lo hizo debutar en el Santiago Bernabéu y su actuación convirtió en medio triunfo la derrota frente al Real Madrid. Un mes después el beatle del Zaragoza -conocido así por su lacia melena rubia y también por su modernidad en la provinciana Zaragoza de los 60- ya era indiscutible. Llevaba la camiseta del '11', pero era un falso extremo izquierda que se movía con soltura y clarividencia desde el interior para armar al primer toque el fútbol de todo el equipo. Empezó cobrando 230.000 pesetas de ficha, pero no tardó en ser el mejor pagado. Fue el primer jugador del Zaragoza, junto a Marcelino, en superar la barrera del millón de pesetas de salario por temporada. Una fortuna para su tiempo.

Lapetra vivía en Huesca y cada día bajaba a Zaragoza a entrenarse (los chismes de la época aseguraban que el asfalto de la carretera se renovó expresamente para que su flamante Alfa Romeo pudiera recorrer los 70 kilómetros en menos de media hora), una circunstancia que no todos los entrenadores aceptaron con agrado; como tampoco soportaron, a excepción de César, que fuera un empedernido fumador. Pero, ¿quién podía prohibirle nada si durante los años de esplendor era quien más brillaba?

Su palmarés contempla dos Copas del Generalísimo (1964 y 1966), una Copa de Ferias (1964) y una Eurocopa de Naciones (1964). Por supuesto, 1964 fue su mejor año. En dos semanas inolvidables, del 21 de junio al 5 de julio, Lapetra ganó consecutivamente la Europa frente Rusia con el gol de Marcelino, la Copa de Ferias contra el Valencia y la Copa del Generalísimo frente al Atlético. Vistió en 13 ocasiones la camiseta de España y acudió al Mundial de Inglaterra, su último gran momento en el fútbol. Unos meses después sufriría la lesión en la tibia que le retiró del fútbol con 30 años.