Cristo Marrero. El delantero de Las Zocas que fue agricultor y sepulturero
La vida de Cristo Marrero (Tenerife, 10-11-78) es de esas que da tantas vueltas que nunca sabes como va a ser el siguiente capítulo. Hace cinco años jugaba en Tercera con el equipo de Las Zocas, un pequeño barrio de un pueblo del Sur de Tenerife. Aunque una vez fue el máximo goleador del Grupo XII, el fútbol sólo era un pasatiempo para él. Fue padre de una niña a los 17 años, y esa responsabilidad se convirtió en su prioridad. Para salir adelante tuvo que buscar trabajo en una cooperativa de vinos y plátanos, pero era muy complicado compaginarlo con los entrenamientos. Entonces surgió otra oportunidad.
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En el Cementerio de su pueblo necesitaban un ayudante para el sepulturero y Cristo no se lo pensó. Así podría trabajar para sacar adelante a su familia y seguir jugando. Por las mañanas cuidaba el jardín, limpiaba las lápidas y ayudaba en los entierros. Por las tardes se dedicaba a meter goles. En aquellos días, su sueño de jugar al máximo nivel estaba muy lejos, como ya antes había sucedido con sus siete hermanos varones. Sin embargo, a Cristo, que se llama así porque su madre dijo cuando nació: "Cristo Jesús, ya no me envíes más hijos, por favor", le llegó su oportunidad con 21 años.
Fichó por el Tenerife B y el técnico Julio Durán le dio el empujón necesario. Hace tres años llegó al primer equipo y acaba de renovar por dos temporadas. No tiene la titularidad garantizada, pero cuenta con la confianza del club y es el máximo goleador de Segunda. Nunca fue muy ambicioso, ya que, como cualquier niño que acude al Heliodoro, su meta era jugar con el Tenerife en Primera. Y ya ha cumplido la mitad de su sueño.



