El Athletic salvó con cierta holgura el delicado trance que afrontaba y mantiene vigente su opción europea en Liga. Ayer, saltaba a la hierba acuciado por un revoltijo de dudas, temores y sospechas propiciadas por sus recientes tropiezos, y obligado a hacer un esfuerzo de abstracción ante los numerosos rumores que tiñen de sombras su día a día desde que se supo que habrá relevo en su banquillo. Y con el susto del Getafe aún en el cuerpo, se cruzaba en su sinuoso camino otro recién llegado a la categoría deseoso de anotarse un éxito de relumbrón en el escenario favorito de los futbolistas de Primera, donde todos confiesan que da gusto jugar. Ayer el que jugó, bastante bien por cierto, fue el Athletic. Sus arietes, Llorente y Urzaiz, certificaron la superioridad que ejerció sobre un Levante que, pese a dejar algunos detalles de interés, en ningún momento dio la sensación de estar capacitado para llevarse algo de San Mamés.

La pegada de los rojiblancos apareció de nuevo y resultó fundamental en la jornada en que se decidía si seguirían teniendo voz y voto en la competición o, por el contrario, enmudecían definitivamente. Un gol en el comienzo de cada período y el último, el tercero, cerca de la conclusión, oportuno para ahogar la esperanza granota y recuperar con cierta sensación de autoridad el dominio de su particular coto, donde últimamente se había colado algún cazador furtivo para cobrar pieza, generando un estado de ansiedad y preocupación acaso exagerado.

Valverde se sacó de la manga una decisión que le salió redonda. Por primera vez en la temporada prescindió de Urzaiz de salida en un compromiso casero y ofreció la oportunidad a Llorente. El chaval dejó en buen lugar a su técnico, que sin duda asumió un riesgo, toda vez que el equipo necesitaba de sus mejores argumentos y el máximo goleador es uno de ellos, de hecho había sobresalido de entre sus compañeros en las últimas actuaciones. Llorente no sumó el juego que el navarro acostumbra, pero anduvo muy listo para embocar dos remates, muy distintos entre sí, que engordan un poco más la expectativa en torno a su futuro. En definitiva se ganó bien a un Levante sin remate.