Posiblemente, la historia hubiera sido distinta si, a los siete minutos, el colegiado de la contienda, Bernabé García no hubiera señalado ese más que dudoso penalti que además supuso la expulsión de Acasiete. La pena máxima la transformó Mario Bermejo, y los locales se descentraron y derrumbaron en la medida que aumentaba su indignación e impotencia contra las decisiones de este colegiado murciano, que terminó de liarla con la expulsión de Galca.

De todas formas, cualquier atisbo de reacción del Almería, esbozada con el esperanzador gol de Jamelli, y con la compensatoria expulsión del ferrolano Vosahlo (así de malos son hoy por hoy los árbitros españoles) la terminó por chafar el pichichi de Segunda, Mario Bermejo. Anotó cuatro goles y ya lleva 18, se pegó un festival realizador y fue una constante pesadilla para la defensa local, desafortunadísima, descentradísima y nerviosísima en la medida en que los goles del equipo gallego, que terminó jugando en plan campeón, iban cayendo como churros. Con el liderazgo de Curro Vacas, la solvencia de Carlos (anotó dos goles) y corpulencia atrás, el Racing manejó como quiso y cuanto quiso al Almería, que ahora debate quien debe ser el inquilino de su banquillo, dado que parecen pocas las posibilidades de que el presidente, Alfonso García, se dedica en definitiva por dar la alternativa a este hombre de la casa, trabajador y honesto a carta cabal.

Y al final, festival a la ferrolana, set a domicilio y la consolidación de Bermejo que en estos momentos es el jugador de moda en la Categoría de Plata. Puede que en Huelva se estén dando cabezazos por dejarle ir.