El peor enemigo para todos

No conviene hacer demagogia con el asunto que nos ocupa. La nieve, y mucho más el hielo, son incompatibles con el fútbol y mucho más con el buen juego. Ahí no se trata de galácticos ni gaitas. Cierto es que un equipo inferior técnicamente puede tener ventaja porque esas condiciones, a la hora de defender, perjudican menos que a la hora de crear juego. Pero las lesiones no reparan ni diferencian entre exquisitos y troncos, son igual de traicioneras para todos. Bien distinto es que haga un frío extremo o un calor insoportable. Eso es parte del fútbol. Pongo un ejemplo reciente. Díganme quién salió ganando con el empate a uno entre el Numancia y el Athletic Club. El punto sirvió de poco a ambos. El público de Soria bostezó porque apenas vio una jugada con sentido. Y los jugadores estuvieron más preocupados de sortear el hielo que de jugar.

Es bueno recordar todo esto porque, según se acerque el partido del domingo entre Numancia y Madrid, oiremos teorías sobre a quién perjudica o beneficia la suspensión del partido. Y nos olvidaremos de lo más importante: la integridad de los futbolistas y la defensa del propio espectáculo. Cierto es que un aplazamiento alteraría la particular lucha que mantienen en cabeza de la Liga Barça y Madrid. Dejar pendiente la disputa de esos tres puntos hasta dentro de dos meses incorporaría un nuevo factor psicológico en unos y otros que no contemplábamos. Y, la verdad, no sabemos quién sacará tajada de ello. Ya vimos lo que pueden cambiar las cosas aplazando simplemente siete minutos. Ojalá se equivoquen los partes meteorológicos pero, a día de hoy, todo apunta a que el domingo Los Pajaritos seguirán helados en Soria. Y así, mejor no jugar.