Primera | Barcelona
Sandro Rosell es cuatro veces más popular que Joan Laporta
Un 33% de los hinchas le ve "más necesario". El presidente se queda en un 9%
Desde el club se esfuerzan en afirmar que no es cierto, que se trata sólo de diferencias de criterio a la hora de abordar asuntos relacionados con la gestión. Pero la fractura que existe entre el presidente del Barcelona, Joan Laporta, y el vicepresidente deportivo, Sandro Rosell, ya no tiene quien la repare. A diferencia de lo que ocurría en la primera mitad de la temporada pasada, en la que la estructura del club servía de apoyo a un equipo que no acababa de funcionar, ahora ocurre todo lo contrario. Es el liderazgo en la Liga y la buena marcha en la Champions League lo que sirve de contención a las aguas turbulentas que se sacuden en el seno de la junta directiva.
Las diferencias entre Laporta y Rosell, que han acabado con la derrota de éste y su alejamiento de las labores que le eran propias hasta el verano pasado (en concreto, las negociaciones para contratar jugadores y técnicos), son desde hace tiempo pasto de comentarios entre los hinchas. Y la afición ya se pronuncia en favor de uno u otro.
Sin dudas. El diario catalán Sport incluye desde hace días en su página web una encuesta bajo el lema ¿A quién necesita más el Barça?, con las siguientes opciones de voto: a Laporta, a Rosell, a los dos por igual o puede pasar de los dos. Al cierre de esta edición, con una participación de casi 7.400 internautas, Rosell multiplicaba por cuatro el apoyo de quienes participaban en el sondeo, con el 33 por ciento, por sólo un 9 por ciento que respaldaban al presidente.
La opción más escogida por los seguidores de la web de Sport (un diario en el que Laporta suele recibir un trato exquisito) es que tanto el presidente como Rosell son igual de necesarios para el club (51 por ciento de votos), mientras que los partidarios de que el Barça puede seguir adelante prescindiendo de ambos suponen el 7 por ciento.
Curiosamente, tras la victoria electoral de 2003 era Rosell quien no gozaba del favor de la crítica y de buena parte de los seguidores del Barça. Al vicepresidente, procedente del mundo del deporte pero de manera tangencial (era un alto ejecutivo de la multinacional de equipamiento deportivo que viste a los equipos del club), se le censuraba precisamente esa vinculación directa con una empresa que cada vez gana más poder en Can Barça. Pero la situación ha revertido, para pasar a ser claramente desfavorable para Laporta.
Al presidente, un año y medio después de su llegada al cargo, se le achacan numerosos aspectos negativos derivados de su gestión. Problemas con las secciones deportivas (los despidos de Valero Rivera, Svetislav Pesic y el anunciado de Carlos Figueroa), el intento de hacer del Palau Blaugrana un recinto exclusivo, la subida abusiva de precios de abonos y palcos y ahora el cisma abierto en el seno de la junta son los pecados. Y lo paga con un bajón de popularidad.
Sus pecados
De Sandro Rosell se critica que, a raíz de su alejamiento de la mesa de las decisiones en materia de fichajes, está montando una campaña de imagen en su favor.
A Joan Laporta se le censura su afán de protagonismo en cada acto al que asiste en representación del Barcelona. Él lo niega de forma sistemática, pero persiste el rumor de que prepara un futuro político.
Cuando llegó al club, en 2003, a Rosell se le miraba mal por su procedencia de la multinacional que viste a los equipos del Barça.
Laporta ha aumentado los abonos del Camp Nou y obligado a ser socio para tener asiento en el Palau.
Laporta se ha metido en medio de la polémica con su apoyo a Ángel Villar en las recientes elecciones a la presidencia de la federación, a contracorriente de lo acordado por la Liga de Fútbol Profesional.
Rosell presenta una marcada tendencia a recomendar fichajes de brasileños, porque trabajó dos años en ese país en estrecha relación con la Federación de fútbol. Se le acusa de no manejarse bien en otros mercados.
Los críticos contra Laporta le recriminan que se deje aconsejar sólo por Johan Cruyff y su entorno, desoyendo otras voces tan respetadas como la del holandés en el ambiente barcelonista.