El guiñol más feliz

El guiñol más feliz

En una época de recesión futbolística, en la que la imaginación cotiza a la baja, la presencia de un jugador como Ronaldinho le reconcilia a uno con este deporte. Jorge Valdano dijo de Romário que "era un futbolista de dibujos animados", pero esa expresión se queda corta para hablar de Ronaldinho. Detrás de una sonrisa y unos dientes desproporcionados se esconde un jugador fabuloso, con una imaginación desbordante y que cada día se parece más a su guiñol. Uno ya no sabe si es el muñeco el que toma cosas prestadas del futbolista o al revés.

Lo cierto es que Ronaldinho es una persona feliz y esa alegría con la que se mueve por la vida la traslada al fútbol, porque uno juega como vive, y la contagia a los demás. Ha nacido para divertir y divertirse y su presencia ha devuelto la sonrisa y la confianza a un club que se alejaba del éxito con la misma fuerza que ahora pretende abrazarse a él.

Hace poco más de un año Florentino Pérez y Joan Laporta se disputaban el fichaje de David Beckham y hablaban de Ronaldinho como una segunda opción, pero sin demasiado entusiasmo. Ese pulso empresarial lo ganó Pérez, pero en la batalla deportiva que se escondía detrás de la financiera el triunfador fue el Barcelona, que terminó fichando, casi por obligación, al brasileño. Porque jugar al fútbol es lo que mejor sabe hacer Ronaldinho, que no se cansa de vender camisetas con su nombre.