Están picados en el orgullo
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O mucho me equivoco, o los tres goles recibidos en Barcelona son la peor noticia para los de Leverkusen. Desde que ocurrió lo que ocurrió en el Camp Nou, hay una especie de consigna, nacida desde la propia presidencia del Real Madrid, para tapar muchas bocas hoy. En ocasiones, las derrotas duelen más en el papel impreso que sobre el propio terreno de juego. Habría que recordar una obviedad: los periodistas no metemos los goles. Pero se puede entender ese pique. Es como hacerles de menos, como cuestionar una plantilla cuando llevamos solamente tres meses de competición. No se dan cuenta que no somos nosotros, sino los resultados, los que ponen en solfa determinadas actitudes de algunos futbolistas en el campo. Sea como fuere, huele a revancha, y no tanto con los jugadores alemanes, sino con el entorno más próximo.
Si a eso añadimos la motivación extra que se consigue en la Copa de Europa y la posibilidad de dejar sentenciado el pase a cuartos sin depender del último partido, colegiremos que lo de esta noche promete. Pese a todo, es mejor el mensaje de Raúl que el de García Remón. Está bien que el entrenador defienda a sus jugadores, pero no hasta el punto de no querer analizar las muchas cosas que fallaron en Barcelona. Cuando repase el vídeo verá que la primera media hora decente no puede ocultar el caos posterior. El capitán ha tirado por un camino más sensato, el de la autocrítica y el reconocimiento de que no dieron una a derechas. Desde esa humildad, mezclada con el ánimo de dar la vuelta a las crónicas, debe nacer el espíritu idóneo para afrontar el partido más decisivo de la temporada. Si sale bien, habrá otros decisivos en primavera.




