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El cochinillo, año II

Tres días después del clásico se cumplirá el segundo aniversario de lo que terminará por convertirse en otro clásico. 23 de noviembre de 2002. Éste fue el día del cochinillo, una fecha que no debe ser olvidada en tanto el bochorno que se vivió en lo que debía ser un acontecimiento deportivo y un espectáculo y en cuanto a que semejante acto aún está impune.

Dos años ya con el Barcelona jugando ininterrumpidamente en el Camp Nou, sin que nadie parezca darse cuenta y como si el hecho de demandar algo tan normal como justicia pudiera parecer una ofensa. Baste recordar lo que se dijo por Barcelona de José María del Nido cuando osó denunciar el hecho hace dos meses. Y todo por la tontería de que el Sevilla vivió durante cuatro partidos en el exilio a costa de las muletas y de que su eterno rival, el Betis, anduviera lejos de su estadio dos partidos por la cosa de las bengalas.

Pero en el Camp Nou no hubo muletas, agresiones ni bengalas. Lo que hubo fue la cabeza de un cochinillo sobre el césped, acompañada de una botella de cristal de una conocida marca de licor y todo trufado con una lluvia constante de monedas, mecheros, teléfonos móviles y demás lindezas. Nada, en definitiva, como para que un club como el Barcelona se atenga a cumplir con la justicia...

Dentro de tres días se celebrará el segundo clásico en el Camp Nou después del cochinillo. Tres días después se cumplirá el segundo aniversario de tal aberración sin castigo. Y tres días después del infausto cumpleaños tendrán lugar las elecciones a la Federación Española de Fútbol con la más que presumible amnistía de buena voluntad, que dejará las sanciones en el limbo. La vergüenza del cochinillo, eso sí, siempre estará en el recuerdo.