NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Champions League | Real Madrid 3 - Wisla 1

Zidane baila y Ronaldo pega

Recital técnico del francés. El brasileño volvió a ser contundente Pavón y Figo, sobresalientes. Los polacos fueron valientes, pero sólo eso

Actualizado a
<b>GOLAZO DE PAVÓN. </b>El central del Real Madrid se anticipó a la defensa polaca y al portero y consiguió un gran tanto de saque de córner.

Zidane bailó ayer. Quizá fuera la polca, que no es una danza polaca, lo que nos hubiera venido muy bien, sino Bohemia (de Chequia, no golfa). Cuando Zidane baila intentar describir sus movimientos es meterse en un laberinto, porque cualquier explicación desmerece el regate, ya sea por ampulosa (despliegue celestial) o por simple (gran actuación).

Zidane ofreció el repertorio habitual y algunas novedades: saltos para esquivar las piernas rivales, sombreros, asistencias, espuelas, taconazos, fintas y hasta cintas. Es decir, un bazar. Y los del Wisla, atónitos. Vivir así es morir de amor, debían pensar, como Camilo Sesto.

Como somos insaciables, lo que le solemos reprochar al francés (en silencio, claro) es que sus fantásticos alardes no se aproximen más al área y, por lo tanto, al gol. Bien, pues ayer estuvo más cerca que nunca, lo que provocó el delirio del Bernabéu, lleno de los aficionados no habituales, turistas y similares, que regresarán a sus domicilios pensando que esto es así todos los días, tenían que haber conocido a Queiroz. Entre el público, una pancarta deliciosa y berlanguiana, escrita con esmerada caligrafía (y rotulador carioca): Aldeanueva del Camino saluda al Real Madrid.

La representación de Zidane fue tan completa que se hizo una brecha en el mentón (se la hicieron, más bien) y de su herida manó abundante sangre roja, no azul, sangre roja, no champán, ni Fanta naranja, sangre roja, qué bien terminados fabrican a los replicantes. Después de que los médicos le redujeran el corte, volvió al campo como Julio César victorioso, Roma a sus pies.

Si Zidane fue la orquesta, Ronaldo tocó el tambor, dos veces concretamente. Si el primero vuela como una mariposa el segundo pica como una abeja. Ronie marcó dos goles muy parecidos. El primero se lo ofreció Figo con un pase extraordinario y lo empujó el brasileño con una zona indeterminada del cuerpo entre el michelín y el muslo. Pudo ser un gol de rabona en una imaginaria y literal acepción del término. El segundo tanto llegó por la misma banda, esta vez de los pies de Salgado, y esta vez culminado con un excelente control y un disparo de cañón.

Hubo más héroes, no crean. Figo estuvo rapidísimo, tanto como en el último tramo de la pasada temporada. No es por restarle méritos, pero su lateral, como ya dejó claro en la ida, no es que sea flojo, es que es flácido. Se llama Mijailovic y te abre la puerta sin que llames, un encanto de persona, sobre todo si eres extremo o pasas por allí. El portugués gozó de una ocasión que se elaboró a base de cincel y bicicleta que rechazó el portero, Majdan, el Beckham polaco, otro de los protagonistas del encuentro. Cuesta explicarse como en Inglaterra, tierra estéril para los guardametas, no fichan al muchacho y por ende a su novia cantante, prieta y pizpireta, The Sun se aseguraría diez portadas.

Pero seguimos con la relación de héroes, ahora inesperados. Se estrenó Samuel en el Santiago Bernabéu y el muro fue Pavón, así son las cosas. El canterano estuvo impecable, preciso en el corte y audaz cuando tuvo que tocar el balón. Y por si fuera poco consiguió un golazo de cabeza a saque de un córner, hecho insólito en el Real Madrid, ni los más viejos del lugar. Triste destino aquel que no depende de tus actos, lástima volver a cortar la progresión de un futbolista al que estuvo a punto de exterminar el ayudante de Ferguson. Cuando Woodgate haga un encuentro semejante lo sacaremos a hombros por La Castellana, viva Woody.

Para variar intentaremos ser moderados y recordaremos que la poca entidad del rival, muy valiente y poco dotado, nos puede llevar a conclusiones equivocadas y valoraciones exageradas. Eso es cierto. El Wisla no sirve para examinar al Madrid de Camacho. Cuando el enemigo es avasallado se pueden extraer pocas conclusiones, difícil hablar del rendimiento del centro campo o de la tensión de la defensa. También ciega mucho el derroche de luz y de color que ofrece el Madrid en estos casos, imposible vislumbrar si el equipo presiona más, si la diferencia entre líneas se reduce, si el tropel de delanteros se implica más con lo que ocurre a su espalda.

Y aunque el tono general fue bueno se sigue esperando el regreso de Raúl, que volvió a estar poco acertado y falló algunos goles que jamás perdonaba; sigue insistiendo en las vaselinas vaporosas en lugar de los seguros cañonazos. Ya que se ha probado todo con él, especialmente la paciencia, quizá fuera bueno incluirlo en las míticas rotaciones y sentarlo alguna vez en el banquillo, tal vez así, con lo que algunos consideran traumático, recuperemos al mejor futbolista español, quizá dé resultado una terapia de shock visto el poco éxito de la terapia de cariño.

En la segunda mitad, Camacho dio entrada a Morientes y Guti, que se zambulleron en el espectáculo, más el Moro (ovacionado) que el centrocampista, que es de natural inconformista y poco risueño. También salió, casi al final, Solari, que tuvo tiempo de rozar el gol, es el suplente ideal. Pero no fue ninguno de ellos quien lo logró, sino Pavón, que pudo gritar me lo merezco y no lo hizo, pese a merecerlo. La timidez no siempre es una virtud, no lo es casi nunca, ahora que lo pienso: quien debe apreciar el talento se fija más si le gritan.

Premio visitante.

Los jugadores polacos, como no sabían qué hacer para dejar huella, repartieron algo de leña y dejaron algunas plantillas en las espinillas ajenas, a modo de tattoo. Sin embargo, obtuvieron un justo premio a su arrojo en el global de la eliminatoria al filo del último pitido. Zurawski desvió con la puntera un centro-chut y batió a Casillas, que no estuvo ni mal ni bien. El muchacho lo celebró como si hubiera sido en Maracaná y en la final de la Copa del Mundo. Es probable que para él fuera eso y no hay nada que oponer a sus festejos ni a los del público polaco, casi un millar. Hay varios mundos en este.

El Real Madrid entrará hoy en el bombo de la Champions League, de donde nunca debió salir. Y temblarán sus rivales, seguro. Disputar la previa, no obstante, puede haber tenido efectos curativos, por lo que se refiere a la concentración y al adelanto en la puesta a punto física. También por lo que tiene que ver con el ánimo, el equipo tendrá una salida lanzada.

Alguien que rondaba mi ordenador comentó que el Real Madrid de Camacho sangra, como si mancharse la camiseta fuera una señal, un modo de recuperar los viejos valores, como si los puntos en la cara también puntuaran. Esa es la esperanza que deja el nuevo entrenador, que ayer se estrenó como técnico del primer equipo en su Bernabéu, Camachito, medias bajas, cuchillo entre los dientes y pelo a lo Camilo Sesto, el que cantó vivir así es morir de amor, como los polacos sin polca.