Se lo merecía la afición
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Ya era hora de que ganáramos en el Vicente Calderón y más todavía que lo hiciéramos jugando al fútbol. Ya era hora de que la afición rojiblanca disfrutara, no sólo con la victoria, sino comprobando, además, como su equipo por fin parece saber a que juega y lo que se juega en cada encuentro. Cierto es que hasta ahora no hemos tenido rivales de excesiva entidad. Sus carencias daban alas a nuestras virtudes. Tan cierto como que empezamos a ver un equipo ordenado en el terreno de juego, que ha desterrado el absurdo y descorazonador pelotazo sustituyéndolo por un fluido toque del balón. Un equipo que ha entendido que las bandas son sinónimo de peligro y al que le comienza a funcionar la letal conexión de sus dos jugadores con más talento, Ibagaza y Fernando Torres. Y todo ello sin Luccin y sin los que puedan llegar, a los que esperamos ya sin ningún tipo de ansiedad. Los aficionados tenemos la moral tan castigada, que con poquito nos ilusionamos en exceso. Por lo tanto, no conviene coquetear con la euforia.
Nos queda ahora lo más importante, dar la talla en la final de la Intertoto ante un equipo de verdad, el Villarreal, y dar rienda suelta, entonces, a nuestra vocación europeísta. A partir de ahí, deberemos de empezar a tomarnos en serio este proyecto que dista mucho del de años anteriores. Solucionado definitivamente el asunto de Movilla y Javi Moreno, los dos ya en las filas del Zaragoza, que podría haber enturbiado el vestuario, el horizonte parece muy despejado. Y mucho más todavía con un entrenador, César Ferrando, que tiene las ideas muy claras sobre cómo conseguir que éste equipo vuelva definitivamente por sus fueros.



