Eurocopa 2004 | Grecia
Grecia colapsa Atenas
Más de 300.000 aficionados reciben a los héroes helenos.
Ourrió lo que se temía. La caótica Atenas se colapsó ayer con la llegada de los héroes de Portugal. Más de 300.000 de los casi cuatro millones de habitantes de la capital griega, una mezcla de Occidente y Oriente, se echaron a la calle para aclamar a los hombres/dioses de Rehhagel.
El avión de la selección helena aterrizó en Atenas a las 19:15, hora local, y antes de detenerse atravesó un arco de agua, a modo de arco de la victoria, que dibujaban varios camiones de bomberos. La verdadera odisea no fue ganar la Eurocopa sino llegar al estadio Panathinaikon, donde esperaba el primer ministro griego Kostas Karamanlis, una delegación del gobierno, la alcadesa Dora Bakoyani, y unos 100.000 aficionados. El trayecto desde el aeropuerto (unos 35 kilómetros) normalmente se hace en 45 minutos. Ayer, el autobús blanco que transportaba a los jugadores y al equipo técnico tardó más de tres horas y media.
La televisión griega decía que no se había vivido antes un entusiasmo semejante en el país. Como muestra, un dato: la final del torneo fue vista por nueve de cada diez telespectadores griegos. Y otro más: Adidas, la firma que viste al inesperado campeón de Europa, anunció ayer que se habían vendido las 15.000 camisetas que había disponibles en el mercado heleno y que trabajaba sin descanso para reponer las existencias.
Atenas vivió ayer una fiesta de locura. La ciudad que se prepara para acoger los Juegos Olímpicos en poco menos de un mes (del 13 al 29 de agosto) se pintó de azul y blanco, los colores de la bandera nacional. En el estadio Panathinaikon, donde se celebraron los primeros Juegos de la edad moderna en 1896, los aficionados corearon con olés cada nombre de los 23 que componían el equipo nacional y se vivió un ambiente histórico.
A Scolari, el seleccionador portugués, a pesar de la derrota en la final, la afición quiere hacerle primer ministro. A Rehhagel, el seleccionador griego, seguro que le ofrecen la corona helena. No es para menos. Ayer la alcaldesa de Atenas le hizo entrega de la condecoración de la ciudad y le hizo miembro del consejo ejecutivo del ayuntamiento.
El rey Otto y sus pupilos han escrito la página más brillante del deporte heleno tras la victoria, también contra pronóstico, de la selección de Grecia en el Eurobasket de 1987. Entonces los Galis, Yannakis, Fassoulas y compañía derrotaron, a base de defensa al límite y coraje, como ahora, derrotar a la todopoderosa URSS, liderada entonces por los impresionantes Sabonis y Marciulionis. En segundo plano, quedan los triunfos en las Euroligas de baloncesto de Olympiacos y Panathinaikos de finales de los 90. Ahora los nuevos Ulises se llaman Nikopolidis, Dellas, Zagorakis, Charisteas...
Miles de griegos de todo el mundo comparten una felicidad indescriptible. Todo el mundo habla de Grecia y esta alegría encontrará su continuación durante los Juegos, decía el eufórico primer ministro Kostas Karamnalis. Que así sea.
la policía permitió la invasión
La capacidad teórica de unas 34.000 plazas del estadio fue insuficiente y la Policía permitió que los aficionados invadieran el césped. La avalancha era tal que los agentes temieron que la gran fiesta pudiera acabar en una tragedia griega.