Eurocopa | Grecia 1 - Rep. Checa 0
Los dioses son griegos
Un gol de plata de Dellas vale la gran final
Cielos, ahora resulta que nos dejaron fuera de la Eurocopa los dos finalistas, Portugal y Grecia, es como si hubiéramos quedado terceros, eso oigo decir a un joven enajenado. Y cosas parecidas dirán otros, volverán a florecer gorras y gorrones, nada tengo contra los griegos, pero temo esa victoria de la disciplina sobre el arte porque hay muchos jefes (ver Bush) que están deseando ponernos a hacer flexiones, a todos, temo a los entrenadores militares que vendrán después y a los que compararan a Charisteas con Ronaldo.
De verdad que no tengo nada contra Grecia, incluso me esfuerzo en entender su triunfo como el del débil sobre el fuerte, David contra Goliath, esa vieja enseñanza que vale para poco porque nunca hay hondas cerca. Si me aterra su triunfo es porque elimina lo que significó la República Checa, el ataque total, la generosidad en el esfuerzo, el intercambio de golpes, todo lo bonito que tiene el fútbol. Por eso me hice checo, como tantos otros que bebíamos pilsener en cantidades de homenaje. Pero justo ahora llegarán los que piensan que jugar bonito no vale de nada, no seas checo muchacho, comentarán, despectivos, sé griego o sé Scolari, que es un entrenador magnífico porque a pesar de su torpeza congénita gana con Brasil el Mundial y mete al anfitrión en la final de la Eurocopa.
No sólo perdió la República Checa, fue desintegrada. Ese efecto tienen los malditos goles de plata conseguidos en el último instante, cuando no hay tiempo siquiera de sacar de centro, cuando se niega la mínima posibilidad de intentarlo. Mucho castigo me parece para el mejor equipo del torneo, muy poca pena para el barrigudo inventor de esa estupidez que acorta el fútbol, gol de plata, el sueño muerto. Lo sé, no seas checo muchacho.
No tengo nada contra Grecia. Tiene mucho mérito tener una sola virtud y vivir de ella, y ganar con ella. Es admirable llegar hasta el último instante vivo, hasta el último aliento, si llevas hasta ese precipicio a tu poderoso enemigo es fácil que él no se lo explique y que tú lo entiendas todo: ahora o nunca.
Grecia alcanzó ese punto. Resistió otro partido más, otro encuentro maniatando al rival, expertos en nudos. Y en la prórroga, Grecia al ataque, por primera vez en todo el campeonato. Toda esa disciplina que era ley vulnerada con disimulo con la entrada de Tsartas (ahora Tsiartas, que se lo llame su madre), un ácrata genial, un objetor de conciencia para salvar un ejército. Luego es necesario el arte. Tsartas. No he visto un tipo más chulo en toda mi vida y tuve la oportunidad de tratarlo cuando jugaba en el Sevilla (cuando jugaba él). También era elegante, mucho. Nunca dijo que su país fuera la cultura de la civilización, pero lo pensaba.
Pues bien, dos cositas de Tsartas sirvieron de presagio y un córner de sentencia. Lo lanzó tan cerrado que una mosca hubiera empujado el balón. Y no fue una mosca, sino un coloso, Dellas, un central fabuloso, el mejor soldado de Grecia.
Ese gol borró todo el despliegue de los checos, menos acertados que otras veces, cierto, sin Nedved desde el minuto 40, agobiados por los minutos que pasaban y las ocasiones que no entraban, Koller maltratado como Dueñas, por ser gigante, Poborsky con esa cara de nostalgia que tienen los que fueron melenudos y Brückner, el entrenador, atrapado para siempre a dos centímetros de la gloria, hay países sin suerte. No tengo nada contra Grecia, de veras. Será una final curiosa. No lloro. Simplemente es que Grecia no me hace gracia.
El detalle: Collina dijo adiós a la élite
Collina, para muchos el mejor árbitro del mundo, dirigió su último partido en la élite internacional. La FIFA retira a los colegiados cuando cumplen 45 años.