Eurocopa 2004 | Portugal 2 - Holanda 1
El central del Oporto recordó a Baresi
La prueba del 9. Ésa era la que debía pasar Ricardo Carvalho en el estadio José Alvalade de Lisboa. El reto era de aúpa: frenar a Ruud van Nistelrooy, uno de los delanteros europeos con más veneno en sus botas. ¿El resultado? Carvalho y Van Nistelrooy apenas se vieron las caras (la imagen de abajo vale por ello su peso en oro), porque fue el deportivista Andrade el encargado de atar en corto al delantero del Manchester United. Y lo hizo.
Carvalho, mientras, se encargó de todo lo demás. De ganar los balones aéreos, de imponer su velocidad incluso ante el mismísimo Robben y de sacar el balón jugado. Es ahí cuando Carvalho se crece, cuando reclama los galones de buen central y se estira a lo Baresi, con quien no sólo guarda un parecido físico. El central del Oporto fue la base sobre la que se asentó el buen juego portugués. Sacó un notable, algo que no hizo Van Nistelrooy, a quien invalidaron un gol por estar en fuera de juego. El holandés se despide del torneo con cuatro goles, sólo uno menos que Baros, pero no ha brillado. Aunque quizá no sea él el culpable de pasar ayer inadvertido (su peligro es tal que Andrade marcó en propia puerta atemorizado por la sombra del delantero oranje, presto a rematar un pase de Van Bronckhorst). Sería injusto que él pagara la racanería de Advocaat, quien tardó una eternidad en poner en liza un hombre-puente entre el centro de campo y la delantera. Cuando entró Van der Vaart, Van Nistelrooy ya estaba muerto.