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Eurocopa 2004 | Dinamarca 2 - Suecia 2

Apaño entre nórdicos

Dinamarca y Suecia pasan con el sospechoso 2-2

<b>FIN DE LA PELÍCULA</b>. Merk pita el final del partido y los jugadores suecos, algunos enfundados ya en las camisetas danesas, celebran el pase.
agencia

Lo del Dinamarca-Suecia fue de Oscar. O así cabe imaginarlo, por esa manía del ser humano, al menos la mía, de pensar siempre en lo peor. Los daneses y suecos lo tenían todo tan ensayado, habían leído y releído tanto el guión en las horas al previas al choque, que al final clavaron el 2-2 cuando el partido en Oporto agonizaba, como en una película de suspense que muchos directores de cine matarían por poder filmar.

El 2-2, resultado que clasificaba a las selecciones nórdicas y eliminaba a Italia, llegó cuando la azzurra estaba empatando en Guimaraes con Bulgaria (1-1). Es decir, cuando no hacía falta, cuando la igualada sólo servía para provocar la risa en los hogares de media Europa, incluso en los españoles, que parecían haber perdido el ánimo de por vida tras el batacazo del domingo. Sin embargo, el 2-2 sirvió, y vaya si sirvió. Un minuto después, Cassano marcaba el que podía ser el gol de su vida y corría preso de la gloria hacia el banquillo de Trapattoni y cía. Gritaba convencido de que su tanto clasificaba a Italia, de que le elevaba a los altares, pero a medida que se acercaba a la banda veía cómo el semblante de sus compañeros cambiaba y se quedaba en mueca amarga. Le dijeron que Dinamarca y Suecia habían empatado. Y la perla del Roma lloró, nunca un gol suyo valió tan poco.

Dos de Tomasson.

A esa hora, los jugadores suecos tocaban el balón en su propia defensa sin que los daneses les incordiaran. La película había salido redonda, el director gritaba ¡corten! y los actores aguardaban el pitido final mientras desde el patio de butacas se les brindaba una cerrada ovación. Era hora de que las cámaras espías de la RAI, aquellas que había pedido Gattuso para cazar cualquier gesto sospechoso entre daneses y suecos, analizaran con lupa lo ocurrido sobre el césped del estadio Do Bessa.

Todo lo sucedido al margen de la buena primera parte de Dinamarca, que dominó anclada en el mejor Gravesen, pivote de oro de la Eurocopa. El pelado volvió a equilibrar el centro del campo de los de Olsen, en el que Grönkjaer y Jörgensen volvieron a sacar petróleo de las bandas. El primero trajo en jaque a Edman, que vio la amarilla cuando ya había frenado antirreglamentariamente a su rival cuatro veces. El segundo, extremo del Udinese, fue el mejor hasta que en la segunda parte fue suplido por Rommedahl. Encaró siempre, aunque sus centros tardaron en encontrar a Tomasson y Sand.

La fruta maduró y el gol llegó cuando el duelo apuntaba al descanso. Gravesen centró a la frontal, Sand cedió a Tomasson y éste largó un derechazo que se coló por la escuadra de Isaksson. Resultado: 1-0, un 25% del montaje y el futuro Oscar en el morral. El 50% llegó apenas iniciada la segunda parte, sólo un minuto después de que Perrotta firmara en Guimaraes el empate ante Bulgaria. Sörensen hizo penalti a Larsson (¿o éste lo fingió?) y el sueco lo transformó. De ahí al final, cambios, segundo gol de Tomasson y continuos uys del público en los ataques daneses. Eso y el aplauso final cuando Wilhelmsson llegó a línea de fondo, centró, Sörensen volvió a pifiarla con sus guantes como manoplas y Jonson marcó el ansiado 2-2. Ni siquiera su compatriota Ingmar Bergman, el legendario director de Uppsala, lo hubiera hecho mejor. Eso sí, bien nos valen tres o cuatro títulos de sus películas como epílogo a esta crónica: Noche eterna (1947), Juegos de verano (1951), Noche de circo y, sobre todo, Sonrisas de una noche de verano (1955). Sonrisas para todos menos para Cassano. Pobre Antonio.

EL DETALLE: Cuarto empate a dos goles

Dinamarca y Suecia firmaron ayer el cuarto empate a dos goles en sus 98 enfrentamientos en la historia. Antes lo habían hecho en 1941, 1963 y 1979.