Eurocopa 2004 | Italia 2 - Bulgaria 1
Pesadilla hecha realidad
Italia se va a casa por el empate nórdico
Hace dos años España e Italia unieron sus voces para formar un coro de lamentos con el que intentaron justificar su eliminación en el Mundial a manos de Corea, una selección del tercer mundo futbolístico. Un árbitro egipcio, Al Gandhour, y otro ecuatoriano, Byron Moreno, fueron los responsables del fracaso de las selecciones que representan a las dos mejores ligas del mundo. Ahora, dos años después de aquello, España e Italia están ya en casa porque han sido incapaces de superar siquiera la primera fase y, para su desgracia, aquí no hay árbitros a los que echar la culpa.
A los italianos, al menos, les cabe del consuelo de esgrimir una presunta conjura nórdica para dejarles fuera de la Eurocopa. Lo que tanto temían, que daneses y suecos empataran a más de un gol, terminó siendo una realidad. Pero tan enfrascados estaban los azzurri en su atosigamiento a los nórdicos que se olvidaron de que tenían que ganar también por dos goles a los búlgaros para alcanzar su permanencia en el campeonato.
Quien viera anoche el partido de Guimaraes sabe que la eliminación de Italia se debe exclusivamente a su incapacidad. Si esta panda de supermillonarios son incapaces de derrotar a Bulgaria, la selección más anárquica e indisciplinada que se recuerda en muchos años, es que no merecen estar en la Eurocopa. Lo otro, lo del empate a dos en Bessa, es uno de esos crueles caprichos del destino, que tan bien vienen en no pocas ocasiones para ilustrar este tipo de desgracias.
Trapattoni puso frente a los búlgaros tres puntas, aunque considerar punta a Del Piero, dado su estado de forma, es entrar casi en el terreno de lo utópico. Otro que, como él, está al borde de la retirada, Vieri, se quedó en el banquillo, pero tampoco Corradi mejoró el panorama. Cassano, que sí tiene condiciones, se pierde en sus excesos individualistas y, aunque marcara un gol y fuera determinante en el otro, en el cómputo del partido su actuación fue más un lastre para Italia que una ventaja.
El primer tiempo transcurrió sin ocasiones claras de gol, salvo una desaprovechada de forma inverosímil por el prejubilado Del Piero. Hasta que en el último minuto Materazzi agarró a Berbatov y el árbitro señaló penalti. Lo lanzó Martin Petrov, a la derecha de Buffon, y dejó a Italia completamente groggy. En ese momento necesitaba tres goles, además de que en el otro partido no se produjera el tan temido empate a dos.
Reacción. Tres minutos después del intervalo, Italia empató en una embarullada jugada: centró Zambrotta, Cassano cabeceó al larguero, el portero puso la mano y Perrotta, en un arranque racial, metió la pierna para marcar. Se lanzaron entonces los azzurri a un ataque incesante, pero desordenado, especialmente después de la entrada del alocado Vieri. Zdravkov se iba creciendo en su puerta y, además, los búlgaros contragolpeaban con peligro. El gol podía caer de cualquier parte.
Fue entonces cuando se produjo ese final de película que se les había aparecido a los italianos en forma de pesadilla: Jonson empataba a dos en Oporto y Cassano marcaba el segundo tanto italiano. Pero no servía de nada. Cuando se disponían a celebrarlo, llegaban al banquillo las crueles noticias del otro partido. Ahora podrá argumentar lo que quiera Italia, pero lo cierto es que no hay que buscar culpables ajenos para explicar su eliminación. Los culpables, empezando por Trapattoni, están en casa.
EL DETALLE: Totti, sin cumplir el castigo
Totti vio la eliminación en la grada. Se marcha de la Eurocopa sin cumplir uno de los tres partidos de sanción que le impuso la UEFA por escupir a Poulsen.