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Eurocopa 2004 | Suiza 1 - Francia 3

Por fin apareció Henry

Un gol de Zizou y dos de Titi aúpan a Francia

LADISLAO J. MOÑINO
<b>0TERCERO DE ZIZOU</b>. Zidane no brilló en el juego, pero sigue certero. Marcó de cabeza el primer gol de Francia, el tercero de su cuenta.
REUTERS

No ha tenido Francia un partido tranquilo en toda la primera fase. Ni jugando como dice Santini, ni como le impusieron las vacas sagradas. Ayer jugaron con las directrices de los capos del vestuario y tampoco fue esa selección avasalladora que se espera. Existe la sensación de que es un equipo muy vulnerable, al que se le puede temer, pero no respetar, porque presenta unos cuantos agujeros que han aprovechado ingleses, croatas y suizos. Suiza recurrió al equilibrio de Vogel y a la pillería de Cabañas y Volanthen para hacerle la vida imposible al campeón.

Los años han hecho perder capacidad de reacción a futbolistas como Thuram, Lizarazu o Sagnol, al que Santini sentó tras el descanso por Gallas. A su lado aparece Silvestre, que desde el partido con Inglaterra va de gambazo en gambazo. Si ya estaba estigmatizado por los dos penaltis de juvenil que había cometido en los dos primeros partidos, ayer sumó un disparate más a su currículum en esta Eurocopa con una entrega fallida en la frontal del área que hizo que Volanthen entrara en la historia, previo pase de Cabañas, otro que le sacó los colores a la defensa gala.

Los casos de Thuram y Lizarazu ilustran lo que fue la Francia campeona del Mundo en el 98 y de Europa en el 2000 y del lo que es ahora. En aquella selección, ellos representaban un recurso al que recurrían con frecuencia. Cuando los partidos tocaban a rebato, ambos iban y venían por sus respectivas bandas. Eran dos portentos físicos que a fuerza de machacar y machacar con sus proyecciones terminaban por derribar a los jugadores de banda contrarios. O cuando menos, eran dos futbolistas más de los que los rivales tenían que estar pendientes, con la consiguiente liberación que suponía para delanteros y centrocampistas. Lizarazu y Thuram son dos sombras de lo que fueron. Uno es un lateral muy rebasable y el otro ha tenido que abandonar la banda para poder sobrevivir en el estatismo de los centrales. Francia no ha sido capaz de sacar dos laterales que puedan igualar las prestaciones de estos dos y le ha creado una descompensación crónica. Cualquier alineación es una suma de parches para tratar de ajustar ese desequilibrio.

Ayer era Zidane el que tenía que partir desde la derecha, en una posición en la que su protagonismo decreció. Aun así pareció para el primer gol. De esta reunión en la que los capos decidieron cómo había que jugar, Zidane salió perdedor tácticamente. Si él tiene que estar pegado a una banda, levantando la mano para que le llegue el balón, hay algo que no funciona; la lógica es que lleve el peso el que más sabe, el que mejor la toca la pelota y el que más visión tiene del juego del equipo.

Tampoco Vieira atraviesa la línea de centrocampistas rivales aprovechando su tranco. Está cohibido, pensando más en el coladero que deja detrás que en lo que puede contribuir al juego ofensivo con sus arrancadas. ¿Y Henry? Tiene ansiedad por hacer algo grande y eso le genera un embrutecimiento descomunal. En este sentido, los dos goles de ayer le pueden dar la dósis de confianza que necesita todo futbolista cuestionado. Hasta que se reconcilió con el acierto estaba anclado en una jugada con la que no ha ido a ninguna parte: recibe en un pico del área, arranca con la cabeza abajo y centra sin mirar. Por el bien de Francia, llegan los cuartos, por fin firmó una de esas arrancadas que le proclaman como el delantero del siglo XXI. Ya era hora.

EL DETALLE: ELLAS TAMBIÉN LO FESTEJARON

Las esposas de ‘les bleus’ disfrutaron en Coimbra con los goles de Zizou y Henry, y alguna de ellas hasta le sacó la lengua a un aficionado que la increpó.