Eurocopa 2004 | Selección
Repaso individual con aprobado bajo
Se acabó lo que se daba, para España y para cada uno de los jugadores que vistieron su camiseta. Si la Eurocopa sirve siempre para establecer un baremo del momento que vive cada futbolista, éste es el termómetro de los nuestros.
Casillas: No hubo milagro
Sin opción en los goles, paró lo que le llegó, que no fue mucho, pero demostró que su rol en la Selección es indiscutible. Sale de la Eurocopa como llegó a ella, impoluto. Quizá el Casillas de los milagros de principio de temporada hubiera evitado el gol griego, que lo embolicó todo. Pero eso era mucho pedir. Se va de Portugal con la cabeza alta.
Puyol: No fue Sandokán
Iba a ser lateral izquierdo, se lesionó Míchel Salgado y acabó en la derecha, que es su sitio más natural. Defendió correctamente, pero en ataque casi no existió. No fue el Sandokán del Barça. Se llevó un aprobado justo un jugador del que se esperaba más. Su gran mano a mano de la Eurocopa lo perdió claramente con Figo, a diferencia de lo que pasó en la Liga.
Marchena: Para contar con él
Lo que jugó no lo hizo mal y demostró que el central titular de la Selección debe ser él. Seguramente, la suya con Helguera no es una pareja estable, tal vez porque el madridista es más un volante que un defensa. Y seguro que echó de menos a Ayala, que es quien de verdad le ha hecho internacional. Se va como llegó, para contar con él en el futuro.
Helguera: Falló en los goles
No fue el gran baluarte de otras ocasiones, y da la razón a entrenadores como Camacho, que ven en él a un volante, pues apuestan atrás por centrales de verdad, tipo Samuel. Sin tener una relación directísima, sí que cabe cargarle en el debe parte de la culpa de los goles recibidos por España, pues frente a Grecia le rebasó un pelotazo y con Portugal no acertó a tapar.
Juanito: Un digno suplente
Jugó el partido de la verdad, frente a Portugal, y fue uno de los mejores del equipo. Atento al cruce y rápido en los desplazamientos, fue un digno suplente de Marchena. Demostró que se puede contar con él en el futuro. Un cabezazo suyo al palo pudo dar a España el pase a cuartos de fi nal. Ni él ni el equipo tuvieron la suerte que seguramente merecían.
Raúl Bravo: Un futuro incierto
Todo el mundo sabía que el agujero de la Selección estaba en el lateral izquierdo, y la confi rmación escandalosa la tuvimos en el partido que nos eliminó, con el desigual y lacerante mano a mano entre Cristiano Ronaldo y el madridista. En ataque no aportó nada en toda la Eurocopa y atrás pasó por muchísimos problemas. Su futuro es una incógnita.
Baraja: Se fue diluyendo
Tuvo veinte minutos de arranque del torneo espectaculares, parecía Di Stéfano, pues corría, chutaba, cortaba y mandaba, pero se fue diluyendo hasta acabar siendo irreconocible para quienes hemos disfrutado del mejor Baraja en el Valencia. Seguro que el exceso de partidos de una temporada cargadísima le habrá acabado por pasar su factura.
Albelda: La factura de la fatiga
Se le puede aplicar lo comentado sobre Baraja. Quizá se le notó menos, pues su corte de futbolista de contención le permite disimular cansancios y estados de forma poco afortunados, pero tampoco fue el Albelda imperial del doblete en la Liga y la Copa UEFA. Ambos son indiscutibles, pero no en las condiciones en las que acudieron a Portugal.
Xabi Alonso: Se esperaba más de él
Fue el gran esperado, pero el día de su aparición, ante Portugal, ni encontró el sitio ni tuvo el ritmo necesario para ser el gran conductor de un equipo falto de un verdadero cerebro. Es joven y tiene tiempo, pero también es cierto que ya se esperaba más de él. Le pesó la responsabilidad.
Etxeberria: Un futuro incierto
Fue de más a menos, hasta lesionarse y dejar paso obligado a Joaquín, del que hablaremos después. El vasco fue más generoso en el trabajo defensivo que inspirado estuvo en el ofensivo. Ni remató bien cuando pudo ni supo centrar como debía. Su futuro internacional no está despejado.
Joaquín: ¿Es o no un grande?
Tuvo de todo. La llave del triunfo ante Grecia que hubiera resultado decisivo para la Selección y lagunas tremendas el domingo. Pareció más atento a controlar a Nuno Valente y a otros portugueses que a crear su fútbol, que es lo que necesitaba el equipo. No se sabe si es o no grande.
Raúl: La gran decepción
Los que esperábamos que el cambio de chip del Madrid al equipo nacional fuera para él un bálsamo nos equivocamos. Fue el mismo Raúl plano de los últimos tiempos, un futbolista sin ángel ni chispa, que necesita unas vacaciones como última terapia para una recuperación que se adivina complicada. Los hay que anuncian su final en la Selección.
Valerón: Otro en cuarentena
Marcó el gol del único triunfo ante la pobre Rusia y desató pasiones. Los gritos de ¡Valerón Valerón! enloquecieron al afi cionado español, pero acabó desapareciendo de escena. Otro cuyo futuro internacional está en cuarentena. No parece que a sus 29 años vaya a ganar el espíritu que siempre le faltó. No es un líder ni quiere serlo.
Vicente: El valor más claro
Globalmente el mejor, pero sin esa chispa de gran crack en el momento que el equipo necesitaba que saliera al rescate. Uno de los valores de futuro más claros en esta Selección de nuestros pecados. Como a sus compañeros del Valencia, la temporada le pasó factura y Sáez no le dio ni un minuto de descanso. A medida que pasaban los partidos fue de más a menos.
Luque: Atado a la derecha
Cargó con el peso de entrar en el partido más complicado y decisivo, para ocupar una demarcación que es exactamente lo contrario que marcan sus aptitudes. Sáez lo condenó a la banda derecha del ataque, cuando Portugal ya estaba pertrechado atrás y dispuesto a lanzarse al contraataque. Luque vale lo suyo, como extremo, nueve o mediapunta, pero habrá que esperar.
Morientes: Depende de Camacho
Puso la primera piedra de lo que debió ser un castillo que acabó siendo de naipes. El Moro tiene oficio, se ganó a pulso estar entre los 22 y acudirá a próximas convocatorias si Camacho le hace un hueco en el nuevo Real Madrid. Aporta lucha y cuota de gol, aunque acabara cayendo bajo la crítica de Sáez, que achacó la eliminación a la falta de acierto atacante.
Torres: Con la puerta abierta
Lo mejor de su aparición en la alta competición con la Selección fue ratifi car que no se arruga nunca. Por su venas corre sangre colchonera, y eso marca diferencias. Se peleó con los defensas que tuvo enfrente y estuvo a punto de marcar el empate ante Portugal, pero un poste se opuso. El Niño es de los señalados, así que tiene las puertas del equipo abiertas.