Eurocopa 2004 | Grupo D - Letonia
Letonia olvida el robo y celebra una gran fiesta
Suspendieron el entreno de la mañana debido a la resaca
Esta noche no va a dormir nadie, dijo Verpakovskis tras el histórico empate del sábado ante Alemania. Y nadie de la selección letona contradijo las indicaciones del Cohete, que se ha convertido en el más conocido de los desconocidos tras la exhibición de velocidad y verticalidad que humilló a Baumann, Wörns y a todo aquel alemán que pretendió medirse en carrera con él.
La noche debió ser dura porque el seleccionador Starkovs decidió suspender el entrenamiento de la mañana consciente de que, bajo un sol de justicia, sería más conveniente que la destilación corporal del vodka ingerido por sus jugadores era más recomendable en la piscina del hotel que en un campo de fútbol. Está Letonia entre la resaca gloriosa y la indignación por el atraco arbitral del inglés Riley. El primer penalti que me hicieron fue indiscutible. Y el segundo creo también pudo serlo. Hubo decisiones muy extrañas, aunque no quiero criticar la labor del árbitro. Stolcers, que juega en el Fulham, habla desde el conocimiento que tiene de Riley: Cuando arbitra partidos de la Premier es más agresivo y valiente. Ante Alemania tuvo miedo. Los letones están pagando su condición de país sin tradición futbolística y sin ningún peso en los despachos de la UEFA. Tanto que, hasta la designación del mejor jugador del partido (Ballack) se lo tomaron como otra gran injusticia. Teníamos la ilusión de que se lo dieran a uno de nosotros. Yo se lo hubiera dado a Kolinko, dijo Verpakovskis.
Verpakovskis, un mediático del Este
Probablemente, el ojo clínico del Wolverhampton que rechazó a Maris Verpakovskis (Liepajas, 1979) el pasado verano esté ahora tirándose de los pelos. Convertido en la sensación del campeonato, Marusya, como le apodan sus compañeros, debutó con la selección en un partido de clasificación para la Euro 2000 ante Grecia. Jugó veinticinco minutos y marcó un gol. Sin embargo, pasó dos años sin pisar la selección. Ni a Revad Dzouzdashvili ni al inglés Johnson les convencía. Ni que sea capaz de bajar de los doce segundos en los 100 metros ni su buena relación con el gol les pareció suficiente. Tuvo que ser el actual seleccionador, Starkovs, que también le fichó para el Skonto Riga del Metalurgs Liepajas, el que le entregara el nueve de Letonia. Bajo la tutela de Starkovs, Verpakovskis explotó en 2003, con 22 goles en 25 partidos. Ese año fue elegido mejor jugador de Letonia y le valió para que el Wolverhampton le hiciera aquella prueba fallida. De regreso al Skonto, fue el Dinamo de Kiev el que le ofreció un contrato de cinco años en diciembre de 2003. Su noviazgo con una bella modelo y los contratos publicitarios firmados le han convertido en el Beckham del Este.