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Eurocopa 2004 | España - Portugal

"No mande más ropa a la lavandería. No hará falta"

Todo el mundo en Portugal da por segura nuestra caída

Tomás Guasch
<b>PENSANDO EN PORTUGAL. </b>Joaquín, que se perfila titular por Etxeberria, en un descanso del entrenamiento.

Empujaba un carrito con ropa de periodistas que iba repartiendo por las habitaciones. Desde el primer día luce una banderita portuguesa en la blusa y acostumbra a sonreír. Es una mujer optimista; ayer, más que nunca. Le salió del alma: No manden más ropa a la lavandería, no hará falta. Es decir: pasen con lo que tienen; el lunes estarán en casa, en Espanha. Y se la lavan allí, que es más barato.

Los portugueses y las portuguesas están convencidos de que el domingo nos eliminan. Ponen cara como de que les duele, pero lo primero es lo primero, te dicen. Imagínese que este partido se juega en Madrid; España, 3 puntos y Portugal, 4. De diez veces, nueve gana España. ¿O no? Es otra de las reflexiones de la afición local, que ha llenado balcones, azoteas, ventanas y hasta buzones con la bandera nacional. Y es que se sienten en el mejor escenario posible, tras el estrepitoso comienzo de Eurocopa contra Grecia: clasifican ganando. Ni siquiera jugando bien. 1-0 y listo. En Lisboa. En la Alvalaxia, como le llaman el nuevo estadio Alvalade, del Sporting, la cuna de Figo. Con todo el ambiente a favor y un árbitro, ese sueco Friks, considerado como el más casero de los que podían dirigir el partido.

Y con su equipo en alza, convencido por fin el tozudo de Scolari de que Deco y Carvalho deben ser titulares. Como equipo, Portugal es el mejor del grupo, España al margen. Lo que no significa, según ciertos expertos, que sea más difícil de batir. Eso se oía ayer en la concentración de nuestra Selección. Que es más fácil ganarle a Portugal que a Grecia: si nos pinchan, no nos sacan sangre.

Se respira ambiente de victoria en las calles y la impresión de que este Portugal-España es la primera final de la Eurocopa. Que ganando serán ya poco menos que imparables, al menos hasta la final. Nosotros pensamos lo mismo de los nuestros, pero nos lo callamos.

Un milímetro. Admiten los portugueses, eso sí, que la culpa de este embrollo ibérico es suya, que si le hubieran ganado a Grecia, el de Rehhagel no hubiera sido el equipo convencido de ahora y España y Portugal estarían con seis puntos y el partido sería una broma para empatar y hasta la vista en la finalísima, si es posible.

¿El ambiente en España, dice usted? Pues Sáez está más tranquilo de lo que podía esperarse, pero claramente a la defensiva. Más o menos como los futbolistas, que se la ven venir: un KO en este grupo les pondría a la altura de los legendarios del Mundial98, que se fueron a casa jugando en un grupo con Nigeria, Paraguay y Bulgaria: ¡qué horror!

El grupo se divide entre los razonablemente optimistas y los razonablemente pesimistas. Todos saben que de la gloria al fracaso habrá posiblemente un gol, un detalle, un matiz, un acierto, una pifia: un milímetro. Todos se agarran a dos clavos ardientes: el empate nos vale y la última vez les ganamos en Guimaraes y por 0-3. Fue un baile de padre y señor mío, pero fue en septiembre pasado. Como inspiración vale Y como amenaza para la lavandera. Pero la realidad es que nada es igual. Los portugueses presumen de haber encontrado ya su equipo, que poco cambiará el domingo en relación al que se impuso a Rusia, y España es un mar de dudas. En el partido decisivo cambiaremos casi medio equipo. Es normal que ellos se sientan más fuertes, sí...