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Eurocopa 2004 | Dinamarca 0 - Italia 0

Italia empata a nada

El tridente de Trap fracasó frente a Dinamarca

<b>MUCHA LUCHA. </b>Thomas Helveg y Gianluca Zambrotta pugnan por hacerse con un balón en el centro del campo.
reuters

Lo de la apuesta ofensiva de Giovanni Trapattoni suena tan creíble como si esta misma noche la fauna de Crónicas Marcianas promete dejar de pegar gritos y los arlequines de turno, que no volverán a engañar al personal. Da lo mismo que jueguen Totti, Del Piero y Vieri juntos. Da lo mismo porque Italia sigue jugando como siempre, es decir mal, y porque a estas alturas de la película, Trapattoni (con 65 años, el técnico azzurro más veterano en la historia de la Eurocopa) no va a cambiar por mucho que Prensa y afición se lo pidan a gritos.

Italia demostró una vez más que el libreto, la agenda o la pizarra, como quieran llamarlo, sirven para ganar títulos del mismo modo que para aburrir al personal. Dinamarca, por contra, jugó bien y por momentos recordó al equipo que enganchó a los aficionados en el Mundial 2002 hasta que el miedo a perder les puso la cruz frente a Inglaterra en los octavos de final.

Poco acusó la selección danesa las bajas de Gravesen y Grönkjaer, vitales en el organigrama de Morten Olsen. El primero no pudo jugar al arrastrar una sanción por su expulsión ante Bosnia-Herzegovina en la fase de clasificación. Su castigo dio entrada a Daniel Jensen, centrocampista del Murcia, quien se encargó junto a Poulsen de robarle la merienda al doble pivote italiano, Perrotta-Zanetti, pareja titular que provocó los celos de Gattuso en las horas previas al inicio de la Eurocopa.

Sin Grönkjaer.

La ausencia de Grönkjaer, que jugará ante Bulgaria tras incorporarse tarde al grupo debido a la muerte de su madre, fue bien suplida por Jörgensen, quien en la primera parte mantuvo a Panucci pegadito a la banda derecha, reculando siempre. Dinamarca apostó por el juego abierto, volcado a las bandas, con Rommedahl encarando a Zambrotta cada vez que recibía el balón. Y atrás, con su defensa en línea sólo alterada cuando Vieri caía a la banda y era férreamente vigilado por Laursen, el mejor de la zaga escandinava.

Totti apenas intervenía y su mejor acción fue una falta lejana en la que Sörensen despejó el balón a córner. Los de Morten Olsen controlaban el balón (61% de posesión por 39% transalpina en la primera parte) y el partido se deshinchaba hasta que llegó el minuto 44. Fue ahí cuando Italia firmó su primer disparo entre los tres palos, pero se encontró entonces con el mejor Sörensen. Primero, despejando un disparo de Del Piero desde el punto de penalti y, en el rechace posterior, sacando con sus reflejos y una mano milagrosa, como el mejor Barrufet, un tiro de Totti que se envenenó tras golpear en la pierna de un defensa.

Fue la Italia pura y dura, la Italia capaz de meter el miedo en el cuerpo al rival con dos crochets aislados, otras veces letales. Y fue un aviso de lo que vendría en la segunda mitad, cuando la azzurra disfrutó de las mejores ocasiones hasta que el carrusel de cambios echó por tierra el experimento. Ni Cassano, ni Gattuso, ni Fiore aliviaron el atasco italiano, siendo Totti el único que se mantenía fresco en el asador de Guimaraes.

Él disfrutó de la última oportunidad italiana, en el minuto 89, una falta a cinco metros de la frontal del área danesa. Era la hora de la verdad, el momento en que los galácticos, como el domingo hizo Zidane frente a Inglaterra, rozan el cielo, pero el balón de Totti (quien tres minutos después mereció la roja por una dura entrada a Henriksen) se fue a las nubes, a las mismas nubes a las que miraba Trapattoni buscando una solución para el duelo con Suecia. ¿Guardará ese día el tridente en el cajón? Chi lo sa...

El detalle: un oriundo 42 años después

El italo-argentino Camoranesi acabó con 42 años de ausencia de oriundos en la azzurra en un gran torneo (desde el brasileño Sormani en el Mundial de Chile-62).