Eurocopa 2004 | Francia 2 - Inglaterra 1
Zidane es el más grande
Francia se impone en dos minutos de locura
A Zidane le bastaron sólo dos minutos para demostrar, una vez más, por qué es el mejor jugador del mundo. No fueron dos minutos cualquiera. Fueron los dos minutos fi nales del partido, cuando los ingleses saboreaban ya una anhelada y trabajada victoria. Pero Zidane abrió su particular caja de magia en plena desesperación francesa. Primero lanzó, como únicamente son capaces de hacerlo los más grandes, un libre directo y, acto seguido, transformó un penalti que el alocado James hizo a Henry. Fue el delirio para unos y la absoluta desolación mezclada con incredulidad para otros. Francia ganó a lo Manchester United y Beckham pudo comprobar lo amargo que es perder de esa manera.
Dos madridistas vivieron anoche la cara y la cruz del fútbol. Zidane dio un paso más hacia ese olimpo futbolístico en el que moran tan pocos futbolistas que sobran dedos de las manos a la hora de contarlos. Beckham tuvo mucho que ver con la trágica derrota de su equipo, pues desperdició una máxima pena que pudo haber sido el 2-0 y la puntilla para los vigentes campeones continentales.
El partido fue trabado y por momentos violentos. Francia salió convencida de su superioridad y buscó desde el primer momento zanjar la cuestión por la vía rápida. Pero Inglaterra se defendía con orden y Campbell y King se hartaban de despejar balones de cabeza, especialmente los que llegaban desde la banda derecha, en la que Pires se convertía en una pesadilla para Cole. Los pross nadaban y guardaban la ropa, a la espera de algún contragolpe milagroso, que nunca llegaba. Pero sí llegó el gol en una acción a balón parado: Beckham sacó desde la derecha y Lampard cabeceó impecablemente. Era lo que buscaba Eriksson y lo había conseguido casi sin proponérselo.
La segunda mitad fue un calco de la primera, con los franceses atacando, cada vez con menos fuerza y convicción, y con los ingleses defendiéndose sin grandes agobios y buscando las contras del celérico Rooney. En una de esas contras (minuto 72), Silvestre zancadilleó dentro del área a Rooney y Merk pitó el claro penalti. Beckham colocó la pelota con mino sobre el punto fatídico y lanzó con fuerza, a la derecha de Barthez, pero éste adivinó la trayectoria y logró despejar.
Lejos de venirse abajo, Inglaterra se adueñó de la situación y, con Vassell en lugar del inoperante Owen, creó un par de claras ocasiones, malogradas en última instancia por la precipitación.
Locura. Francia estaba ya entregada. Deambulaba sobre el césped y los ingleses se preparaban para celebrar su triunfo. Nadie contaba con ese fi nal de locura con que el destino tenía previsto premiar a unos y castigar a otros. En pleno periodo de prolongación, Heskey hace una falta al borde del área a Makelele. Hay titubeos. Nadie quiere asumir la responsabilidad de quemar la que puede ser la última ocasión de salvar un punto. Surge entonces, imponente, la figura de Zidane. Golpea el balón con fuerza y colocación, y James sólo puede observar cómo se cuela en su portería. Un terrible golpe para los ingleses, pero poco comparado con lo que ha de venir a continuación. Idos del partido por culpa del empate, Henry no encuentra oposición para meterse en el área, en donde lo derriba el desquiciado James. Ahí ya no hay titubeos: el balón se lo dan a Zidane y Zidane marca. Beckham podrá vender más camisetas que Zidane, pero Zidane sólo hay uno. Ésa es la gran diferencia.
EL DETALLE: LA FAMILIA BECKHAM AL COMPLETO
Victoria estuvo en las gradas junto a Brooklin y Romeo, y toda su familia política: el padre, la madre y la hermana de Beckham. Se fueron antes, sin ver la hecatombe.