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Historia de la eurocopa (15) | Alemania-1988. Holanda se tomó la revancha

La naranja mecánica, premiada en Múnich

Bernardo Salazar

En el Congreso de la UEFA de 1985 hubo cuatro candidaturas para organizar la fase final de la Eurocopa 88. Holanda, Inglaterra, Alemania Federal y la conjunta de los países escandinavos. Los alemanes ganaron en la correspondiente votación y, por tanto, quedaron clasificados de oficio para la fase final. Las 32 naciones restantes debieron eliminarse en los ya tradicionales siete grupos clasificatorios. España, en el primero, tuvo duro adversario en los rumanos, como también sucedió a daneses e irlandeses en sus respectivos grupos frente a checos, galeses, búlgaros, belgas y escoceses. Italia, Holanda, Inglaterra y la Unión Soviética lograron su clasificación con mayores facilidades.

La televisión, ahora en color, ponía a nuestro alcance los encuentros más importantes y todos conocíamos las habilidades y fuerzas de cada selección. El grupo de España en la fase final estaba compuesto por Alemania, Italia y Dinamarca, tres poderosos rivales, con los que se podía ganar y perder. Se ganó el primero de los partidos, pero esta vez los buenos principios no tuvieron igual final. Vialli y Völler nos mandaron a casa.

En el otro grupo, los soviéticos se hicieron con el primer puesto. Su equipo, basado en el Dinamo de Kiev, se impuso a ingleses y holandeses, cediendo un empate inútil para la República de Irlanda, ya que ésta no pudo en el decisivo encuentro empatar con los tulipanes.

Por tanto, se cruzaban en las semifinales Alemania y Holanda de una parte y la Unión Soviética con Italia, por otra. La cátedra pronosticó una final entre alemanes e italianos.

En Hamburgo se vio un partido igualado. Matthäus, de penalti, inauguró el casillero de los anfitriones, pero igualó Ronald Koeman con otra pena máxima dudosa. Se preveía la prórroga cuando Van Basten dio la primera sorpresa. Al día siguiente, en Stuttgart, se produjo la segunda. El equipo de Lobanovski sorprendió a los azzurri con marcajes que anularon a sus figuras, mientras Belanov, Litovchenko y Protasov sembraban el pánico en la retaguardia italiana. Dos goles marcaron su superioridad.

Soviéticos y holandeses se alinearon en el Olímpico muniqués para disputarse el título. De nuevo falló el pronóstico. Los tulipanes que dirigía Rinus Michels no dieron opción a su adversario. Gullit y Van Basten, apoyados por unos compañeros eficaces y a veces brillantes, superaron de principio a fin a sus rivales. ¡Qué golazo de Van Basten para el recuerdo!

La magnífica volea de Van Basten

Nueve minutos de la segunda parte. Arnold Mühren bombea un largo centro en diagonal desde la izquierda. Van Basten persigue la caída del pelotón y empalma en el aire, casi sin ángulo, una volea extraordinaria que bate a Dassaev.

Los holandeses merecieron el título

Holandeses y soviéticos se cargaron el pronóstico de los sabios que apostaban por la final entre Alemania e Italia. Fútbol es fútbol. A pesar del buen bloque que formaban los jugadores del Dinamo de Kiev, los herederos de la naranja mecánica no tuvieron rival. La pareja atacante formada por Gullit y Van Basten penetraba como cuchillo caliente en la mantequilla defensiva adversaria. Un cabezazo de Gullit abrió el marcador como premio al mejor juego de los tulipanes. Después, Van Basten culminaría con una volea inolvidable la superioridad holandesa. Luego, Van Breukelen detuvo un penalti a Belanov. En el mismo escenario de Múnich, catorce años después, los sucesores de Cruyff se tomaban la revancha de la final de la Copa del Mundo perdida en 1974.