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Eurocopa 2004 | Portugal-Grecia

La última bala de Figo

Juega Rui Costa y no Deco ante la dura Grecia.

Eduardo Torrico
<b>LA GRAN ILUSIÓN.</b> La Generación de Oro no ha hecho nada, pero la afi ción espera que sea ahora.
reuters

Se alza el telón de la Eurocopa 2004. Portugal, la selección anfitriona, pretende demostrar ante Grecia que su condición de favorita tiene fundamento. Probablemente estamos ante el fin de una época. Tres de los componentes de esta selección lusa (Fernando Couto, Luis Figo y Rui Costa) conocieron la gloria en su etapa juvenil. El primero se proclamó campeón del mundo Sub-20 en 1989 y los otros dos lo hicieron en 1991, siempre con Carlos Queiroz como seleccionador (¡quién le ha visto y quién le ve!). Aquello, unido a la calidad de otros jugadores de esa generación (Paulo Sousa, Jorge Costa, Joao Pinto, Abel Xavier o Capucho) hizo concebir esperanzas de que Portugal haría algo grande en Mundiales o en Eurocopas. Las expectativas no se han cumplido nunca y ésta es la última oportunidad que se le presenta a aquella Generación de Oro, como pomposamente se dio en llamar.

Sin presión. Las sensaciones no son buenas. En los dos años de preparación que han tenido los lusos, con el brasileño Luiz Felipe Scolari al frente del equipo, han abundado las polémicas y han faltado los buenos resultados y el buen juego. Además, no puede comenzar en peor sitio la andadura para Portugal en la Eurocopa, pues Oporto no le perdona a Scolari los constantes desaires que ha tenido hacia el que es vigente campeón de Europa. Scolari no ha sido capaz de ganar un encuentro ante rivales de cierta entidad (excepción hecha, por paradójico que parezca, de Brasil, al que él hizo campeón del mundo hace dos años) y encima llega al inicio de esta trascendental cita con la controvertida decisión de incluir en el once titular a un Rui Costa venido a menos en lugar de Deco, el ídolo de la afición local. Si las cosas no funcionan desde el principio, aquí puede arder Troya.

La presencia de Grecia en la fase final no deja de ser sorprendente (buena parte de culpa tiene en ello España, que se dejó arrebatar el primer puesto del grupo para jugar después con fuego en una peligrosa repesca). Los helenos dicen haber cumplido con estar aquí, aunque lo dicen con la boca pequeña, porque aspiran a más. No sienten la presión de los candidatos al título, pero se presentan en el partido inaugural con la baja notable de Dabizas y con varios de sus jugadores más importantes entre algodones (Dellas o Nikolaidis), lo que sin duda alguna puede hacer que su rendimiento baje de foma considerable.