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Copa del Rey | Pájara 0 - Real Madrid 4

Paseo por Pájara

César resolvió dos sustos iniciales, pero Guti encarriló la victoria con tres tantos en una eliminatoria de juguete

Actualizado a
Morientes ha sustituido a Guti después de éste anotara 3 goles. En la imagen le coloca el brazalete de Capitán a su entrada.

El partido del Real Madrid en Pájara pareció de juguete. Como de mentirijillas. No dio el juego para análisis profundos, sino para una secuencia de anécdotas. Guti liquidó la eliminatoria con su racha de aciertos ante el gol, pero eso estaba más que previsto. Lo imprevisto fue que en el primer cuarto de hora el guardameta César librase al equipo blanco de recibir dos goles. Un mal trago solamente justificado por la composición defensiva madridista, plagada de chavales, y por ese césped plastificado al que no se adaptaron nunca los hombres de Vicente del Bosque.

El encuentro se disputó a dos velocidades. El Pájara metió el acelerador a tope, sin miedos al pavimento ni al azote del viento. Hizo cuanto pudo, con seriedad, entrega y una disciplina digna de elogio. El Real Madrid se tomó el asunto como un partido de fútbol sala: multitoque corto, entregas al pie, triangulación rasa y nada de arriesgar piernas o tobillos en esa dura superfice. Con la maestría de Zidane, de Macca y la pelea de Guti y Munitis, se sintieron ganadores. El francés necesitó unos minutos para manejarse con su natural habilidad, pero cuando se sintió estable y firme, dio una bella lección de técnica de balón. Los jugadores del Pájara le persiguieron por la medular como lapas, pero ganó la batalla después de los sobresaltos iniciales.

Unos sobresaltos fuera de guión, para engordar el currículum de gloria de Pacho y Nando, que disfrutaron de dos remates a placer y sólo dos paradones de César impidieron el gol. Los dos puntas podrán contar algún día que tuvieron al Madrid en sus manos, aunque conviene que no cuenten lo que sucedió después, porque la goleada fue cayendo como un goteo imparable.

Tardó en romper el partido el Madrid lo que tardó Guti en revolverse en la frontal y abrir la lata. Fue rozando la media hora y allí ya no había otra historia que disfrutar con alguna individualidad o con la frescura de los jóvenes canteranos ejerciendo en defensa. Cuando se les pasaron los nervios, Miñambres -quizás el mejor-, Pavón, Borja y Raúl Bravo volvieron a dejar constancia de una calidad de garantías para seguir en la agenda y en los pensamientos de Del Bosque. Se bastaron para anular al Pájara hasta hacerlo desaparecer de la mitad hacia arriba del campo. Celades también tuvo mucha responsabilidad en una acertada labor de desgaste en la medular.

Cuando a la vuelta del descanso Guti volvió a romper la red de Manolo, sorprendente titular siendo Gaitán el habitual, el partido se acabó. El Pájara se atrincheró rendido y convencido de la imposibilidad de hacer algo sonado. Del Bosque mandó a descansar a Zidane y parte de la fiesta también se fue al garete. No hubo más juego que un aburrido pasar de los minutos, salpicados con otro tanto de un acertado Guti, un tirazo de Savio que fue el cuarto y dejar morir la eliminatoria lentamente.

Para el Madrid no pasó de ser un entrenamiento, en circunstancias especiales por los factores del entorno. El Pájara enmarcará en su vitrina esta derrota como un acontecimiento histórico, escasamente doloroso. Y los blancos tendrán que ponerse a pensar en cosas tan serias como la visita el próximo sábado a Vitoria. Ahí sí habrá pelea.

EL DETALLE: Miedo a lesiones por la superficie

Las características del césped pusieron en guardia a los jugadores del Madrid. la hierba artificial provoca esguinces con cierta facilidad si no se dispone de un calzado adecuado. Los jugadores blancos utilizaron en su gran mayoría unas zapatillas multitacos especiales.