Adiós a una página de AS

Manuel Sarmiento Birba, el hijo de doña Herminia, como a él le gustaba decir, murió ayer en la Clínica de La Concepción de Madrid a los 75 años de edad. Fue fundador de AS y subdirector de este periódico desde 1975 hasta que se jubiló en 1992. Sarmiento había nacido en la localidad gallega de Puenteareas (Pontevedra) el 17 de enero de 1926, cursó el bachillerato en Santiago, estudió Derecho en la Universidad de Oviedo y consiguió la titulación en Periodismo en 1959.

Era gallego y asturiano, las dos cosas a la vez. Lo mismo podía hablarte con lágrimas en los ojos de su gran amigo el ovetense Emilín que de los regates del gallego brujo del Real Madrid, Amancio Amaro. Le gustaba todo lo de su tierra, desde la queimada al marisco, del Ribeiro al Albariño. Tenía un hueco en su gran corazón para el Celta y otro para el Oviedo. Amaba el fútbol y fue amigo íntimo de los grandes cracks de su época: Kubala, Di Stéfano y... claro, Puskas. Podía negarte la palabra si no reconocías que no ha habido en el mundo una zurda como la de Ferenc Puskas. Hoy Sarmiento Birba será incinerado en el cementerio de La Almudena de Madrid —la comitiva fúnebre saldrá del Hospital de la Concepción a las 10:15 de la mañana—. Sus cenizas serán depositadas en dos urnas y sus hermanos —Mirucha, María y Enrique— las esparcirán sobre el césped de Balaídos y de El Nuevo Tartiere. Era su voluntad.

Sarmiento empezó su carrera periodística en Asturias. Primero en La Región, después en La Voz de Asturias y la Nueva España. En la década de los 50, ya en Madrid, fue colaborador asiduo de El Noticiero Universal de Barcelona. Desarrolló una gran actividad en Prensa y radio. Colaboró en el espacio Cabalgata fin de semana de José Luis Pecker. En 1965 fue nombrado jefe de deportes de Informaciones. Y en 1967 llegó a AS como redactor jefe. Y esta fue su casa. Y este su periódico. Todos los que vivimos esa época fuimos sus alumnos. Era sobre todo un hombre bueno, un personaje entrañable y generoso. Un maestro de un periodismo bohemio que ya no se lleva, barrido por la modernidad y los ordenadores. Todos hemos amanecido muchas noches en su casa y hemos probado sus whiskys favoritos. Todos sabemos que un trozo de la mancheta de este periódico es suyo. Y que definitivamente se cierra una página del viejo AS. Y que nos hemos quedado sin el mejor redactor jefe de este periódico. Yo también lloro por él.