A sus 34 años ha decidido que no está para muchas esperas. Viniendo de un hombre como él, la decisión seguro que es firme, pero no deja de ser una sorpresa cuando hace poco más de un mes todavía se entrenaba en el Real Madrid.

Illgner tenía fama de ser arisco y ermitaño. No firmaba autógrafos, no concedía entrevistas, no celebraba los títulos, no acudía a las cenas oficiales.... Pero curiosamente, nadie soltó de su boca una mala palabra hacia él. Del Bosque le tenía como un "auténtico profesional", a pesar de que inventaba una lesión cada vez que le convocaba, y la plantilla, con las que se negaba a ir de cena, le mostró tal cariño el pasado 18 de junio cuando decidió dejar el club, que le hicieron emocionarse.

El alemán llegó al Real Madrid en 1996 de la mano de Fabio Capello. Ganó dos Ligas, dos Copas de Eurocopa, una Intercontinental y una Supercopa. Pese a ello, nunca pareció estar muy integrado. Siempre aparecía muy atado a su mujer y representante, Bianca, una mujer que llamaba la atención por sus atrevidos modelos de ropa. En una ocasión, acudió al Bernabéu con una minifalda muy mini a reunirse con Juan Onieva para tratar la renovación de su marido. Fue capaz de sacarle cinco años más de contrato a 500 millones de pesetas por año.

En el Madrid, Illgner dejó claro su talla de portero, hasta que a finales de 1999 una lesión en el hombro abrió el camino a Casillas y éste acabó devorándole. Se fue hace un mes de Madrid, pero quizá esté pronto de vuelta. Es puro alemán, pero cinco años en España le han convencido. "Queremos quedarnos a vivir en España cuando me retire". Bienvenido, Bodo.