No sólo enero ha sido el mes más seco desde que se tienen datos desde 1961, sino que el hecho de que las reservas hídricas están rondando el 40%, y no haya en el horizonte cambios ni haya predicciones de lluvia, está haciendo que salten las voces de alarma ante una posible sequía este año 2022.

Según informa el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, la reserva hídrica española está al 44,3% de su capacidad total y en la última semana se han perdido 14 hectómetros cúbicos, un dato muy significativo y preocupante.

Con los datos que aporta 20minutos, en octubre hubo un 25% menos de lluvias de lo habitual; en noviembre, un 29% menos y en diciembre, un 25% menos. Desde 1988, la reserva hidráulica solo ha estado en un nivel más bajo en el año 2018, cuando llegó al 42,12%. Otras cifras llamativas fueron en 2008, al 43,76%; en 1995, cuando se encontraba al 40,16% de su capacidad; en 1993, al 41,36%, en 1992, al 39,79% y en 1989, que estaba al 42,36%.

Las zonas que no están en peligro

Hay varias zonas en España que pueden estar tranquilas ahora mismo. La cuenca interna del País Vasco está al 95,2% de su capacidad. Un dato que permite encarar el 2022 con tranquilidad y no pensar en restricciones de agua.

Tampoco están en peligro la cuenca del Cantábrico Oriental (82,2%), Cantábrico Occidental (61,8%), en la cuenca del río Miño-Sil (53,1%), en Galicia Costa (61,8%), en el Tinto, Odiel y zona de Piedras (74,2%), en el Júcar (54,8%), en el Ebro (65,1%) y en las cuencas internas de Cataluña (54,9%).

Medidas para evitar la sequía

Si la sequía fuera real, y en primavera tuviéramos que empezar a plantearnos, si no antes, cómo ahorrar agua, los más afectados serán los agricultores. A los alimentos no se les puede decir que no crezcan, o que haya escasez, por lo que el precio aumentará. Y es posible que las grandes extensiones de regadío se vean afectadas con limitaciones horarias y un menor producto, e incluso peor.

En esa línea, España cuenta con 437 campos de golf, según datos de Golfpark; y también pueden verse afectados. En la misma línea, parques y jardines, piscinas comunitarias y privadas. Porque si no hay agua, no hay agua para el ocio, pero sí debe haber agua para comer y beber.