Venden la piscina de olas “casera” en el desierto por 15 millones

En pleno desierto de Arizona, donde el paisaje suele estar dominado por cactus y polvo, un grupo de ingenieros independientes construyó una piscina de olas artificiales completamente funcional. Sin un nombre realmente “oficial”, la estructura nació como un experimento privado y ahora está en venta por 15 millones de dólares.

La historia tomó relevancia cuando el surfista profesional y creador de contenido Ben Gravy fue invitado a probar el sistema. “Recibí un mensaje por Instagram que decía: ‘Llámame, tenemos una ola en el patio trasero’. Pensé que era una broma”, recordó Gravy. Tras firmar un acuerdo de confidencialidad, emprendió viaje desde California para descubrir qué se escondía en medio del desierto.

Lo que encontró fue un prototipo construido en apenas cuatro meses, sin contratistas y con piezas industriales comunes, muchas de ellas utilizadas también en reactores nucleares.

Tony, uno de los impulsores del proyecto, se inspiró en el Surf Ranch de Kelly Slater, pero con la ambición de crear una alternativa accesible y eficiente. Junto a Justin, quien desarrolló el software que controla las olas, y Ash, responsable de la parte técnica y logística, dieron forma a un sistema modular capaz de generar desde olas suaves para principiantes hasta tubos huecos para expertos.

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Durante dos días de pruebas, Gravy ayudó a perfeccionar una sección de tubo “Estaba solo, en medio de la nada, surfeando olas perfectas. Fue surrealista”, comentó el surfista. Que no fue el único en probarla. También estuvo el skimmer Blair Conklin.

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