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La historia de Safi, una ola perfecta que fue un secreto durante años

Durante más de una década, un grupo de surfistas guardó en secreto la existencia de una de las mejores olas del planeta. Hoy, el mito de Safi ha salido a la luz.

Makoa Gomez surfeando una ola perfecta en Safi mientras dos surfistas levantan los brazos asombrados.
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Marc Fontrodona
Nació en Barcelona en 1989. Se licenció en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona. Es el responsable editorial de AS Acción, el vertical de action sports del diario AS creado en 2016. Especialista y practicante de muchas de estas disciplinas, lleva contando historias de action sports desde hace más de una década.
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Durante años, Safi fue apenas un nombre más en el mapa del litoral atlántico marroquí. Pero entre acantilados y fábricas, en esta ciudad portuaria emergía una de las olas más perfectas del mundo, resguardada celosamente por un pequeño grupo de surfistas que la descubrieron en los años 80 y decidieron mantener el secreto.

Bautizada con apodos como Le Jardin o Ras Lafaa –“el jardín” o “la cabeza de la serpiente”–, Safi se mantuvo al margen del radar internacional mientras rompía, invierno tras invierno, como una derecha kilométrica, hueca, veloz y brutal. “Tuvimos el privilegio de surfearla solos durante 15 años”, recuerda Laurent Mirramon, uno de los pioneros. “Pero los secretos así no duran para siempre”.

La ola fue avistada por primera vez por un trabajador del puerto de Casablanca. Al comprobar su potencial, reunió a tres amigos de confianza y establecieron una regla de oro: no hablar de Safi. Alquilaban una casa sobre el acantilado y llamaban al lugar “el jardín”. A mediados de los 90, nombres como Ross Clarke-Jones y Tom Carroll comenzaron a llegar, atraídos por relatos que parecían leyendas. Las imágenes no dejaron lugar a dudas: Safi era real.

Hoy, la ola es un imán para surfistas de todo el mundo. Pero con la fama llegaron también los problemas: masificación, tensiones con los locales y una creciente presión sobre un entorno tan delicado como implacable. “Safi no es un lugar para principiantes”, advierte el surfista marroquí Ramzi Boukhiam. “Requiere respeto, técnica y, sobre todo, conciencia del lugar”.

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Safi ya no es un secreto, pero sigue siendo un símbolo. No solo de una ola perfecta, sino de una cultura que floreció al borde del desierto, entre la tradición marinera, el espíritu rebelde del surf y la eterna búsqueda del ride perfecto.

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