Del hielo al agua: un telesilla noruego se hunde por el deshielo
El colapso del telesquí en Folgefonna (en bancarrota desde noviembre 2024) evidencia el impacto del calentamiento global en las estaciones de esquí de verano.
El telesilla de la estación de esquí de verano de Folgefonna, en Noruega, colapsó esta semana tras quedar parcialmente sumergido en un lago formado por el deshielo del glaciar. El incidente marca un nuevo punto crítico en el declive de una instalación que fue durante años un referente para el entrenamiento de esquiadores de élite.
La estación, ubicada en el borde del Parque Nacional de Folgefonna, había cesado su actividad en noviembre de 2024 tras declararse en bancarrota. Desde entonces, no se realizaron los trabajos habituales de mantenimiento del glaciar, como el traslado de nieve al tramo inferior para conservar la capa esquiable. En su lugar, el terreno quedó expuesto a un derretimiento acelerado.
“Sabíamos que podía pasar”, reconoció Åsmund Bakke, guía de montaña y responsable de Folgefonni Breførarlag. “Desde el 26 de julio dejamos de pasar por debajo del telesilla. Ya no era seguro”. Con varias torres colapsadas y el terreno inestable, los recorridos guiados deben bordear ahora zonas erosionadas y cruzar ríos glaciares crecidos.
No es la primera vez que el telesilla cede. Episodios similares ocurrieron en 2011 y 2018, pero este último parece definitivo. El futuro del área es incierto. Un intento reciente por reactivar la estación mediante una entidad sin fines de lucro, Fonna Sport AS, fracasó tras disputas internas. La inversión estimada para un nuevo remonte ronda los 40 millones de coronas noruegas (3,5 millones de euros).
El deshielo no solo afecta a Folgefonna. En Canadá, Whistler Blackcomb canceló sus campamentos estivales por el mismo motivo, y estudios recientes publicados en Nature advierten que en 2023 se perdieron 604.000 millones de toneladas de hielo a nivel global.
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Para Folgefonna, el presente es desolador. “Todo lo que se ha perdido en treinta años está saliendo a la superficie: botellas, lonas, postes… Nada desaparece”, lamenta Bakke. La montaña se derrite y, con ella, también se desvanece una parte del esquí estival europeo.
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