Hay situaciones extremas que podrían acabar en tragedia y que, gracias a la habilidad de alguien, a golpes de suerte o a la alineación de los astros, se convierten en un ejemplo de cómo hacer las cosas bien. Este es el caso del vídeo que acaba de publicar Martijn van Dam en su canal de YouTube de un aterrizaje de emergencia. El avión transportaba ni más ni menos que a 17 paracaidistas -entre instructores y estudiantes- dispuestos a tirarse en caída libre.

El caso es que la avioneta despegó desde un pequeño aeropuerto holandés y cuando estaba cogiendo altura -a más de 100 metros de altura- falló uno de los motores (perdió potencia), obligando al piloto a jugársela en un aterrizaje de emergencia que acabaría realizando a 2 kilómetros de la zona de despegue, en un prado ubicado junto a la autopista A50. Según el informe de Aviation-Safety, la aeronave chocó con el ala derecha contra una valla publicitaria, giró y acabó detuviéndose con un quitamiedos de la carretera. Nadie resultó herido de gravedad, tan solo algunos hematomas.

Pero con quien hay que quitarse el sombrero también es con la persona que graba el vídeo. Básicamente porque además de registrar todo lo que ocurría, demuestra que en todo momento tiene la situación bajo control, se asegura de que todos los paracaidistas bajen del avión, que luego lo haga el piloto (tras felicitarle) y todos consigan llegar a una distancia segura del artefacto antes de dirigirse al piloto y abrazarle. No es para menos. "Ocurrió lo que siempre había temido al practicar este deporte", dice uno de los afectados.

Tal y como indican sus autores, el vídeo se ha publicado con el único objetivo de aprender del mismo. No solo por el aterrizaje, sino por cómo hay que actuar en una situación de este estilo. Y para que la gente se abroche los cinturones en los aviones...