La interacción con animales suele ser siempre motivo de interés en los deportes extremos, de acción o aventura. A veces, las noticias son malas (por ejemplo con algún tipo de ataque) y otras son buenas, como podría ser en este caso protagonizado por un pulpo y un buceador en la costa de la Riviera Francesa, en Cannes (Francia).

El buceador se encuentra en una zona de poca profundidad cuando topa con un pulpo en el fondo marino. En ese momento, el cefalópodo -camuflado con la arena- se lanza rápidamente sobre el brazo del deportista y se le engancha, cambiando rápidamente de color y dando una auténtica exhibición de técnicas de camuflaje (exceptuando la licra, claro). El cambio, tal y como indica el propio vídeo de National Geographic, es posible gracias a las 10.000 neuronas de cada tentáculo que usan para sentir y probar.

Tal y como explican también en el clip de Facebook, el buceador tiene la actitud adecuada. En ningún momento pierde la tranquilidad o intenta que el pulpo se suelte de su brazo. Simplemente mantiene la calma y cuando el pulpo acaba de curiosear, se va por su propio pie (o tentáculo), dejando un rastro de tinta por el camino y cambiando nuevamente de color. Un vídeo tan breve como interesante.

Es habitual que los pulpos sientan curiosidad por los buceadores. No en vano, se han visto muchos vídeos de este tipo, aunque pocos grabados con esta calidad. Pero si hay uno que se lleva la palma en cuanto a excelencia es el documental My octopus teacher de Netflix, galardonado incluso con un Oscar. La relación de confianza que consiguió el buceador protagonista del largometraje con el pulpo le permitió obtener imágenes inéditas hasta la fecha...