Val d'Aran, el mejor sitio de España para el freeride
Las condiciones de nieve y su orientación convierten este valle en un sitio único para el esquí y el snowboard fuera pistas, pero hay mucho más.
“Cuando terminé la universidad quise hacer una temporada ‘del regaleo’ antes de buscar ‘un trabajo de verdad’. Miré dónde nevaba más de España y las abrumadoras diferencias no me dieron lugar a dudas: vine a Baqueira”. De este momento en la vida de Txema Trull, el fotógrafo de este artículo, hace ya 15 años. Los mismos que lleva viviendo en la Val d’Aran, el paraíso del freeride en el Pirineo español.
La situación privilegiada y única de esta comarca del Pirineo central es clave: vertiente atlántica, orientada al noroeste, recibe las borrascas atlánticas y alpinas con un toque de humedad, bajas temperaturas, un terreno muy escarpado, de una gran extensión, alejada de las grandes ciudades... todo ello se traduce en que siempre hay buena nieve y siempre se puede esquiar. Incluso una semana después de la última nevada se puede encontrar nieve de calidad.
Con todo, no es de extrañar que pioneros y referentes del esquí y el snowboard hayan nacido o se hayan mudado aquí. Hemos hablado con algunos de ellos para que nos expliquen qué hay más allá de la orientación que convierte el Valle de Arán en un destino idílico para los amantes del esquí fuera pistas.
Vivir en el Valle
"La Val d'Aran y sus alrededores son mágicos", asegura el snowboarder David Vicente. Una magia que ha cautivado a los que han nacido aquí para quedarse... y a los que no para mudarse. Y no porque no hayan visto otros lugares. David Sanabria, uno de los pioneros y guía de alta montaña asegura que "a cada viaje aprecio más el valle donde vivo, en el que un día de nieve salgo por la puerta de casa y llego a la cumbre del Aneto".
Elena González, splitboarder e intérprete, empezó con el snowboard en Sierra Nevada y reconoce que "el paisaje no tiene nada que ver, me gusta más el ambiente de auténtica montaña, con tantos picos y posibilidades". Adrià Millan, esquiador y filmer nacido en el Valle, no tiene claro si va a estar aquí toda su vida porque es muy larga, pero sí sabe que "siempre acabaría volviendo, aquí es donde tengo el negocio, la familia y la nieve".
Orientación y más
Aunque la clave de la climatología es su orientación noroeste, hay otros factores que convierten la Val d'Aran en un punto de referencia. Cristian Boiria, fundador de la escuela Emotion, tiene claro que la accesibilidad es otra fortaleza: "Dentro de la estación tienes un remonte que te deja en la Cara Nord o la Cara Sud, por lo que sin ni tan siquiera andar tienes 1000 opciones". Unas posibilidades a las que hay que sumar las de los alrededores. "Tenemos a tocar el Pallars, la Ribagorza y Francia, donde también hay mucho por descubrir", añade David Vicente.
Txema Trull, por su parte, cree también que "la gran troupe de freeriders que se ha gestado en este valle y que residen aquí provoca una sinergia motivacional que hace crecer en unos y otros las ganas y, en consecuencia, la experiencia y la técnica".
Naturaleza, gastronomía y cultura
Todos los entrevistados coinciden en señalar que la Val d'Aran es "un paraíso natural", por lo que da mucho juego más allá de la nieve. Cristian Boiria pone un ejemplo que lo deja claro: "Tenemos osos y me encuentro ciervos de camino a casa". Adri Millan, en cuanto al paisaje, explica que ha viajado a los Alpes "y son muy monos, pero esto es muy bonito, tiene un encanto especial".
Como paraíso natural, otros atractivos turísticos que destacan los araneses son la escalada, la bici o el senderismo, pero también la cultura -tienen un idioma propio- y la gastronomía. Además de los locales hay mucha gente de Euskadi, Madrid, Catalunya y Francia, lo cual permite que "al acabar de esquiar se puede ir a cualquier pueblo a tomar algo o a cenar un menú de calidad", garantiza Aymar Navarro.
Lo mejor
En el contexto mencionado, "lo mejor son las aventuras con amigos, como hacer el Tuc de Salana (2.483m) con el pijama debajo con gente como Javi Barro, Igor Dominguez, Konrad Lidner o Israel Planas, recuerda con cariño Elena González. "Esquiar con los colegas está muy bien, pero hacerlo mano a mano con los alumnos y que te pasen la mano por la cara no tiene precio", agrega orgulloso Cristian Boiria.
El grupo que dio la vuelta al mundo con South Lines tampoco duda. "Me quedo con llegar a casa saltando de alegría y con una sonrisa de oreja a oreja tras un día épico de paquetón", dice Txema Trull. "Aquí lo más recurrente son los días de paquetón, en los que sales a las 7 de la mañana para pillar el primer huevo en lo que es una carrera de locos tan estresante como divertida", relata Millan. "Gracias al Valle puedo esquiar toda la temporada y vivir de mi pasión en un país donde este deporte es minoritario, poco más que añadir", remata Navarro.
Lo malo
En la Val d’Aran no todo es de color de rosa. Y menos con el freeride, ya que por desgracia muchas veces el negro ha tomado el protagonismo. “Por el camino mucha gente ha perdido la vida”, destaca David Sanabria como algo negativo. Como en cualquier parte, “los accidentes y las avalanchas se llevan amigos tuyos para siempre, la línea entre la diversión y la temeridad es muy fina en nuestra disciplina”, corrobora Trull. Pero al final el problema es genérico. Millan advierte: “En el freeride falta un poco de control y de responsabilidad, no sirve de nada tener el mejor material si no sabes usarlo”.
Elena González menciona problemas de antaño como que “el snowboard estaba mal visto, a algunos nos consideraban casi como delincuentes, pero ya no es así”. Y no hay que olvidar algo que Navarro, por obvio que parezca, se encarga de recordar: “En verano no hay nieve (aunque hay muchas otras cosas)”.
Cambios en la Val d’Aran
Tanto el Valle de Arán como el freeride han cambiado. En menor o mayor medida, todos están de acuerdo en esta afirmación. Aymar Navarro, por ejemplo, asegura que "el Valle ha crecido, algo positivo para la economía, y por suerte lo ha hecho con control, porque construir por construir no nos llevaría a ningún lado". Algo que también destaca David Vicente: "Las cosas se han hecho bien: Baqueira crece en instalaciones y kilómetros esquiables pero manteniendo un márketing para un público más reservado, lo contrario a Andorra".
Cambios en el freeride
No solo ha cambiado la Val d’Aran, también lo ha hecho y lo seguirá haciendo el freeride en todo el mundo. Aymar asegura que “el crecimiento ha sido exponencial en los últimos 10 años”. Su colega Txema Trull lo confirma: “Los días de paquete, con sol o con tormenta, la gente sale con el cuchillo entre los dientes y en poco rato ya está todo trillado, cosa que antes no pasaba”.
González, cambiando de tercio, destaca el cambio que ha habido en cuanto a material: “Los pioneros como Sanabria, Ripoll, Viñeta o Sanllehy, que han dado nombre a algunas zonas, usaban un material muy poco adaptado, lo cual incrementa su mérito”. Y Vicente recuerda que seguirá evolucionando porque “el freeride es experiencia y los mejores son los que más experiencia tienen”. Además, como bien apunta Boiria, “también lo hará porque ha cambiado el aprendizaje, cuando llegamos solo había una generación por encima de la que aprender, ahora los pequeños tienen muchas referencias”. Y en este artículo, en concreto, hay 7.