Cómo elegir esquís, botas, bastones y fijaciones
La modalidad que se practica, el nivel de experiencia y las características físicas del esquiador determinan el material adecuado para cada ocasión.
Esquís, botas y bastones son el equipo básico que tiene que tener en cuenta cualquier esquiador; Por ello, la Asociación Turística de Estaciones de Esquí y Montaña (ATUDEM) recoge información necesaria sobre la equipación básica para practicar el esquí.
Esquís para todos los gustos
Los esquís se diferencian por el material del que están hechos, la anchura del patín, el radio de giro y el perfil o curvatura. Cada modalidad tiene unas características adecuadas para practicarla.
Encontramos diferentes niveles de esquí. Desde principiantes, con esquí muy corto y un patín no más ancho de 75cm, hasta expertos. En niveles intermedios, se colocan más refuerzos y se cambian los núcleos y las construcciones. Los patines suelen ser también de 70-75cm.
Para esquiadores expertos encontramos los esquís de competición. En este caso, existen dos tipos: los de slalom, con un patín de unos 68mm y un radio de giro de 15 metros, que permiten un viraje corto y dinámico; y los de gigante, con radio medio ancho de velocidad de 24 a 30cm: son los esquís más duros y focalizados a los corredores de clubs.
Materiales y técnicas de fabricación
Normalmente los esquís cuentan con un núcleo que puede ser de polímeros naturales (madera de haya, abeto, okume, blasa, álamo, karuba, bambú...) o termoplásticos (polietileno extrusionado), que usan los esquís más antiguos o de gama baja. También es posible que el material sea polietileno sinterizado, común en los esquís de nueva producción y de gamas medias y altas. Todo ello se une con resinas (pueden ser fenólicas, melamínicas, uréicas, etc) o ABS, y se puede rematar con láminas de fibras técnicas (de vidrio, carbono, cerámica, kevlar...) y metales (acero, aluminio, ergal...).
Existen tres técnicas de construcción que dotan de unas propiedades específicas a los esquís.
Rigidez, flexibilidad y elasticidad de las botas
Las botas de esquí han ido evolucionando en los últimos años hacia una mayor polivalencia y comodidad. Se dividen según el tipo de esquí que se practica: de competición (hormas estrechas y suelas no reemplazables), pista (cañas y suelas convencionales) y all mountain (con desbloqueo de caña y suelas antideslizantes).
Para que cumplan bien su función, deben tener rigidez, una sujeción homogénea tanto del pie como de la espinilla, flexibilidad delantera y elasticidad para facilitar el trabajo muscular del esquiador. Normalmente permiten ajustar la inclinación delantera (cuanto más pronunciada, más control de viraje, pero también más esfuerzo) y la lateral (solo para los niveles más avanzados).
La importancia de los bastones
Los bastones son, a menudo, los grandes olvidados de los tres elementos de equipación básica para esquiar.
Su largo depende de la estatura del esquiador: para calcular el tamaño idóneo los antebrazos deben quedar paralelos al suelo. Un truco es multiplicar por 0,72 la altura en centímetros. En el caso del esquí de fondo, son más altos (la cifra a multiplicar es 0,84 en estilo clásico y 0,90 en estilo patinador). Al dudar entre dos tamaños -van de cinco centímetros en cinco centímetros-, recomendamos que los esquiadores principiantes se decanten por el corto y los experimentados por el largo.
Los materiales que se usan para fabricar los bastones son ligeros, una de las cualidades más importantes. Así, el tubo puede ser de aluminio, carbono o composite (la opción más cara, pero también la más flexible y que absorbe mejor las vibraciones).
La empuñadura es de PVC (policloruro de vinilo) blando o duro, mientras que las arandelas varían en función de la modalidad de esquí. Las de competición son pequeñas y pesadas, mientras que las de freeride, grandes y las polivalentes, tienen un tamaño medio y son aptas para cualquier tipo de pista.
En relación a la punta de los bastones puede ser plana o fresada, idónea para nieve dura.