Vendrame sorprende en una etapa pasada por agua

Mathieu van der Poel tenía entre ceja y ceja la tercera etapa de Tirreno-Adriático. Tanto, que cedió más de 1 minuto en la crono inicial, de apenas 11,5 km, para tratar de alzar los brazos en un día pasado por agua de principio a fin. Pero el holandés, que estuvo muy activo en los compases finales de la etapa, se quedó encerrado a la hora de disputar el esprint, justo lo contrario que un Andrea Vendrame que encontró una autopista hacia la victoria. El liderato no cambia de manos, por lo que Filippo Ganna sigue en lo más alto de la general, en la que Juan Ayuso vuelve a ser segundo, tras resistir con los mejores en el último puerto del día.

Ya lo advirtió Ayuso el pasado lunes al término de la contrarreloj: “La tercera etapa puede ser dura, con frío y lluvia”. Las previsiones se cumplieron a rajatabla, y si a eso le sumamos un recorrido de 240 kilómetros, la carrera se convirtió en un auténtico infierno. Un día de perros en toda regla en el que Davide Bais (Polti) y Lorenzo Conforti (Bardiani) formaron el dúo de fuga. Pero cuando la lluvia creció en intensidad, con 145 km todavía por delante, llegó su neutralización por parte del pelotón. Para entonces no había demasiadas ganas de batalla, por lo que hubo un alto el fuego en carrera. La velocidad media, de 35 km/h, lo decía todo.

Poco después de que Jonathan Milan consolidase un poco más su maglia ciclamino en el esprint intermedio, Pietrobon (Polti) y De Bondt (Decathlon) formaron una nueva escapada bajo unas condiciones que siempre pueden traer sorpresas. Si no, además de cumplir con la visibilidad de sus respectivos equipos, al menos habrían entrado en calor. Su ventaja creció y creció, al igual que su ilusión por pelear una etapa que se decidiría en la larga y tendida ascensión a Valico di Colfiorito, con más de 18 km al 3% de media.

Allí llegaron con una renta ilusionante, de 2:50, a pesar de que Ineos se organizase en la aproximación al puerto pensando en los intereses de un Ganna que tenía opciones de conservar el liderato en la subida. En este tipo de pendientes, como ha demostrado en el Poggio de San Remo o en el Alto del Colorado en la Vuelta a San Juan, el italiano se defiende como nadie, y volvió a hacerlo un día más. Incluso, con la fuga neutralizada y el grupo de favoritos compacto, a pesar de los intentos de Carapaz y Van der Poel, Ganna apostó fuerte por la victoria y se marcó una minicontrarreloj individual en los últimos kilómetros. El propio Van der Poel cerró el la brecha, pero luego no pudo disputar el esprint al quedarse encerrado. A Ayuso le ocurrió lo mismo (y casi perdió el equilibrio), pero no a un Vendrame que encontró la línea correcta para alzar los brazos por delante de Pidcock.

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