Sobrada de Pogacar: 80 km en solitario para ganar su segunda Strade Bianche
El esloveno arrasa en su debut en la temporada con un ataque a 80 km de meta que le da el triunfo. El segundo, Skujins, llega a meta a 2:44 de Pogacar.
La densa nube de polvo de otros años dio paso a un diluvio durante buena parte del día. Pero la verdadera tormenta en la Toscana la desató Tadej Pogacar. Hay cosas que no cambian. Cada vez que el esloveno toma la salida en la Strade Bianche, el resultado es el mismo: victoria aplastante. En esta ocasión, Pogi fue un paso más allá, con una obra maestra que entra de lleno en su lista de exhibiciones: la cronoescalada a la Planche des Belles Filles, le Grand Bornand en el Tour 2021 o el Tour de Flandes 2023, entre otras muchas… Pogacar alzó los brazos en la Piazza del Campo de Siena, como hizo hace dos años en ese mismo escenario, tras completar los últimos 80 km del recorrido en solitario. Una auténtica salvajada.
“No diría presión, pero sí tengo algo más de nervios de lo habitual. Es mi primera carrera, después de un buen invierno. Será una carrera rápida. ¿Dónde atacaré? En Santa María”, explicó Pogacar, entre risas y absoluto descaro, sobre la táctica que iba a emplear en carrera. ¿Sería un farol? De ninguna manera. El esloveno adelantó su ataque porque se lo podía permitir. Le daba absolutamente igual. Llegó al sector de sterrato anunciado, uno de los más duros de los 15 con los que contaba este año un recorrido ampliado a 215 km, y se marchó como quiso. Pogi convirtió una de las clásicas más prestigiosas del World Tour en un excelso entrenamiento, en un test con dorsal de cara a Milán-San Remo, su próxima parada (16 de marzo).
Los números dan todavía mayor envergadura a su gesta. La mayor diferencia entre primer y segundo clasificado en la historia de la Strade data de 2012, edición en la que Fabian Cancellara, máximo campeón de la carrera con tres títulos, venció con 42 segundos de margen sobre Iglinskiy. En esta ocasión, Pogacar endosó un sonrojante 2:44 al segundo, el letón Tom Skujins (Lidl-Trek). El podio lo completó el belga Maxim van Gils, que cedió ante Skujins en los metros finales de la subida a Santa Caterina.
En lo estrictamente deportivo, poco se puede rescatar de una cita en la que más allá del recital individual, fue pobre en términos de emoción. Las reclamaciones, en la ventanilla de Pogacar. Bromas aparte, Smith, Donovan, Craddock, Brun y Johannessen, ajenos a lo que estaba por venir, establecieron la escapada, aunque a 101 km se vieron engullidos por el pelotón. En ese momento, el UAE, que llevaba tiempo controlando el ritmo en el pelotón, metió una marcha más. Wellens anticipó la llegada de los fuegos artificiales. Allanó el camino para Pogi y este, tal como había advertido, saltó en Santa María, sector de sterrato más largo del recorrido con sus 11 km. Quien avisa no es traidor…
De ese tramo salió con más de 1 minuto de renta sobre su perseguidor, Van Gils, y 2′ respecto al grupo de favoritos, en el que nadie se ponía de acuerdo. Ineos y Visma, los equipos con mayor representación, no quisieron sacrificar peones para lanzarse a una persecución suicida. Pogacar, con un solo disparo, había dado en la diana. Pese a las múltiples escaramuzas que hubo por detrás (Bardet, Healy y compañía), la renta del esloveno no hizo más que crecer. Por si fuera poco, Wellens y un fantástico Isaac del Toro, en su debut en la carrera, hacían de freno para el resto de rivales. Con todo de cara, Pogacar empezó a saludar al público en 2022 al encarar Via Santa Caterina, justo al final. Esta vez hizo lo mismo, con una sonrisa de oreja a oreja, en un tramo de tierra a unos 30 km de meta. No se puede encarar el primer monumento del curso, en el que se medirá con Mathieu van der Poel, con mejores sensaciones.