Recompensa a los valientes: etapa de Skjelmose, amarillo para McNulty
El danés consigue su primer triunfo en la Carrera del Sol. El estadounidense recupera el liderato que perdió hace dos jornadas. Evenepoel y Roglic, grises.
Cuando dos campeones de la talla de Primoz Roglic y Remco Evenepoel, que sobre el papel eran los grandes favoritos al título en la 82ª edición de París-Niza, muestran una versión tan sumamente gris, al resto de mortales se les ilumina el rostro. Y en esas circunstancias, los más valientes suelen pescar, más que a río revuelto, en un ambiente enrarecido. Mattias Skjelmose (23 años), que sigue progresando a pasos agigantados, se llevó la victoria de etapa gracias a su explosividad, una cualidad que le sirvió para imponerse al dúo estadounidense con el que llegó a línea de meta: Matteo Jorgenson (Visma) y Brandon McNulty (UAE). Gracias a que metieron casi 1 minuto al grupo de Roglic, Remco, Bernal y compañía, en el que no logró resistir un Carlos Rodríguez que se queda sin opciones (13º, a 2:06), McNulty recuperó el maillot amarillo que portó a la conclusión de la crono por equipos.
Gorra bajo el casco. Aroma a ciclismo añejo. Ingredientes para vivir una jornada épica, aunque luego la realidad fuese otra. Cinco puertos, temperaturas bajas y 198 km, ese era el menú de la sexta etapa de esta Carrera del Sol. El recorrido, de constante sube y baja, podía dar alas a una nutrida fuga que se formó en los primeros compases. Pero los elevados caballos de los motores de Mads Pedersen, Mathieu Burgaudeau, Bruno Armirail o Michael Storer, entre otros, no fue suficiente para hacer frente al pelotón. Todavía quedaba un mundo, 59 km, cuando fueron neutralizados.
Todos los favoritos querían llegar bien posicionados a la última subida, una Côte de La Colle-sur-Loup (1,8 km al 10,1%) que dinamitó la carrera, aunque no cumplió con las expectativas. Roglic, al fin, se mostró, pero su mirada atrás posterior a su ataque a 30 km de meta le delató. Las balas eran de fogueo. Un kilómetro después, quien sí consiguió abrir hueco fue Jorgenson, que cambió el ritmo con absoluta convicción. Por detrás no había piernas. Ganas, al parecer, tampoco. El estadounidense coronó con unos segundos de ventaja, pero en el descenso se unieron a su causa Skjelmose y McNulty. En dicha bajada, por cierto, la mala fortuna se cebó con Santi Buitrago. El colombiano, vencedor de la cuarta etapa, se fue al suelo a la salida de una curva y quedó descolgado. Adiós a la general. El trío de cabeza se jugó la victoria y a Skjelmose solo le hizo falta un cambio de ritmo para dar en la diana.
“Estoy muy sorprendido, pero muy feliz. Me encanta correr en Francia, especialmente en esta zona. Es mi primera victoria de este año y es muy especial”, dijo Skjelmose en una zona mixta en la que McNulty advirtió de la dificultad que entraña la etapa de este sábado pese a su modificación por el mal tiempo previsto: “Espero caos mañana. Probablemente, una gran pelea por la escapada y luego la subida… ¡que será a tope!”. A falta de dos etapas, Remco (a 1:03 de McNulty) y Roglic (1:44) no están. Y visto lo visto, ni se les espera…