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CICLISMO | MILÁN-SAN REMO

Pogacar, a montar el Poggio en Milán-San Remo

El esloveno, pichichi del año con nueve triunfos, aspira a su primer éxito en la Classicissima gracias a su enorme estado de forma. Mohoric defiende título. Pidcock, ausente.

Tadej Pogacar, con el maillot amarillo de líder en París-Niza.
ANNE-CHRISTINE POUJOULATAFP

Seis horas de esfuerzo, cerca de los 300 km recorridos. El tiempo se detiene. Pero de repente, todo estalla en el que probablemente sea el final de carrera más emocionante de todo el ciclismo. Así es la Milán-San Remo (09:45 horas, Eurosport 2), también conocida como la Classicissima, cita que inaugura la temporada de monumentos y que emana una mística única entre todos ellos. Se cuece a fuego lento y se emplata a toda velocidad. Su recorrido es de los más simples de todas las clásicas, pero el triunfo es, a su vez, el más cotizado, el más difícil de conseguir. Las sorpresas son factibles (que se lo digan a Gerald Ciolek en 2013), pero este año hay certeza de espectáculo con nombre y apellido: Tadej Pogacar.

El esloveno completó su primera participación en Milán-San Remo el año pasado con un respetable quinto puesto, después de ser el dinamitador de la prueba. El esloveno lanzó hasta cuatro ataques bestiales en el Poggio (3,7 km al 4%), pero no fue capaz de soltar a sus rivales, y después Matej Mohoric, tras completar con éxito un descenso suicida, consumó la gesta. Ahora, con más experiencia, surge la duda respecto al plan de Pogi: ¿repetirá estrategia o agitará el árbol en Cipressa? Es la cota más larga del recorrido, después de superar el encadenado de los ‘Capi’ (Mele, Cervo y Berta), y la más dura, pero igualmente poco exigente: 5,5 km al 4,1% y rampas máximas del 9%. Se corona a 21 km de meta, por lo que cualquier maniobra exitosa desde allí sería toda una proeza.

Milán-San Remo 2023: perfil de la 114ª edición de la clásica italiana.
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Milán-San Remo 2023: perfil de la 114ª edición de la clásica italiana.

“Es una carrera hermosa. Conozco bastante bien las carreteras: no vivo muy lejos (en Mónaco) y, a veces, en los entrenamientos, voy a subir el Poggio. He imaginado muchos escenarios en mi cabeza de cómo puede ir la carrera y tengo claro que es una de las más difíciles de ganar”, analizó Pogacar en los días previos a uno de sus grandes objetivos del año. Y no le falta razón a la estrella del UAE Team Emirates acerca de la dificultad de vencer, el palmarés habla por sí solo: nadie repite éxito en la Classicissima desde Erik Zabel, que ganó consecutivamente en 2000 y 2001. Desde entonces, un ganador distinto cada año (Óscar Freire ganó tres veces, pero no en temporadas consecutivas).

Donde hay poco margen de especulación es en la nómina de favoritos. Al margen del esloveno, se repiten los nombres que cualquiera tendría en la cabeza para esta cita, independientemente de si el desenlace es en un esprint masivo, reducido o una llegada en solitario tras la culminación de un loco descenso del Poggio: Mathieu van der Poel, Biniam Girmay, Mads Pedersen, Wout van Aert, Mohoric, Jasper Philipsen, Arnaud de Lie, Julian Alaphilippe, Arnaud Démare... Entre las bazas españolas destaca la participación de Alex Aranburu (dos veces 7º), Iván García Cortina, Gonzalo Serrano y un Pello Bilbao que debuta en esta prestigiosa carrera. Uno de los llamados a dar espectáculo en la bajada del Poggio era Tom Pidcock, pero el Ineos le dejó fuera de la convocatoria por precaución tras la pequeña conmoción cerebral sufrida por el británico en Tirreno-Adriático a consecuencia de una caída. La Vía Roma aguarda a un nuevo rey.