López Cerrón se despide: “La RFEC tiene un gran prestigio”
El presidente de la Federación de Ciclismo deja el cargo tras 12 años: “Llegué a una RFEC en quiebra y tuve que hacer despidos; ahora tiene buena salud”.
José Luis López Cerrón (Valladolid, 1956) deja su cargo al frente de la Real Federación Española de Ciclismo. Tras un ciclo de tres legislaturas (empezó en 2012) tuvo la oportunidad de poder cambiar los estatutos y poder seguir al frente (ya cumple el máximo de ciclos), pero no lo vio necesario. Ciclista de 1979 a 1984 (llegó a ganar una etapa en La Vuelta), luego de director (1985-2000) y, después, organizador de carreras a través de la empresa Cadalsa (2000-2012). En 2008 se presentó a sus primeras elecciones, y las perdió. Volvió en 2012, ya para quedarse, tomando el relevo a Juan Carlos Castaño. A Cerrón se lo tomará José Vicioso (ningún otro candidato consiguió avales para presentarse), presidente de la Federación madrileña y Vicepresidente de la RFEC. El lunes 18 ya asumirá el cargo (a nivel oficial, por plazos, unos días más tardes) y el martes 19 Cerrón le pondrá al día de la situación, a la vez que se despedirá de todos los trabajadores. Antes, en AS, hace balance de sus 12 años como presidente.
¿Qué sensación le queda tras su mandato?
Una sensación alegre. No solo se termina mi mandato al frente de la RFEC, sino que también mi vida dentro del mundo del ciclismo. Empecé con 14 años corriendo en las distintas categorías, luego profesional, después director deportivo y, más tarde, organizador. Ahora, tras 12 años en la RFEC, cierre el círculo de alguna forma. En la UCI seguiré un año más, hasta las elecciones del 2025, también en el Comité Director y como presidente de la Comisión de Trial.
¿Le hubiese gustado seguir?
Nosotros, en nuestra Federación, tenemos establecido un máximo de tres legislaturas consecutivas por presidente. En la Asamblea podemos cambiar los estatutos, y algunas personas me lo dijeron para seguir, pero no he querido. Hay que dejar pasar a gente nueva con otros revulsivos. Cambiar los estatutos a falta de un año del plazo máximo es una sensación de querer perpetuarte.
¿Qué le enorgullece más de todo este tiempo?
Económicamente, cuando llegué, la RFEC tenía 3,5 millones de euros de deudas, se debían dinero a los trabajadores desde hace dos meses. Había muchas facturas en los cajones. El CSD, cuando les contamos la situación, nos hizo un crédito de 800.000 euros y, a partir de ahí, hicimos un Plan de Viabilidad. Prácticamente, a los seis años estaba ya resuelto. Los primeros años fueron muy duros. Y, ahora, hemos pasado a 3.000.000 de presupuesto que teníamos en 2012 a los 8.000.000 de 2024. Otra cosa que me enorgullece es la modernización y la digitalización de la RFEC, que antes era todo papel y ahora todo se puede hacer por internet: licencias, gastos, designación de árbitros... hasta incluso el ordenador detecta si un corredor está sancionado y no se puede inscribir.
¿Su mejor momento?
Hemos sacado muchas medallas en distintas disciplinas, y grandes alegrías fueron las medallas olímpicas de bronce de Carlos Coloma (Río 2016) y David Valero (Tokio 2020). La mayor satisfacción diría que fue el Mundial de Alejandro Valverde (Innsbruck, 2018). Todo el mundo decía y pensaba ‘por fin’. En mis primeros años, la RFEC era reconocida como la mejor en la UCI porque era la que más puntos tenía, ya que a su vez el Movistar lideraba esta clasificación. Eran años en los que España, con los Contador, Valverde, Purito... sumaba muchos puntos. También tuvimos un Mundial en España, el de Ponferrada 2014, que se sacó una medalla (bronce de Valverde), pero quedó la espinita de que Contador no quiso correr. Mi primer Mundial como presidente fue el de Florencia, en 2013, con la plata de Purito y el bronce de Valverde. La cena fue como un funeral. Era la sensación de perder el Mundial y no de ganar medallas.
Tuvo dos seleccionadores. Javier Mínguez fue uno de ellos, hasta 2018, justo tras el oro de Valverde. El otro, Pascual Momparler.
Mínguez es el mejor seleccionador que he visto. Es una persona que conoce las carreras, sabe lo que hay que hacer y con quién. Cuando llegué a la presidencia le dije de venir y aceptó (sucedió a José Luis de Santos). Luego, tras el oro de Alejandro, quería cobrar más dinero y le dije que todavía estábamos en el Plan de Viabilidad. Me dijo que si no había más dinero que no seguía. Me afectó personalmente y el triunfo de Alejandro no le pude disfrutar casi porque al día siguiente ya me estaba hablando Mínguez. Fue uno de los momentos más desagradables de mi etapa. Óscar Freire se posicionó para ser seleccionador, y le dije que esperase, pero que en caso de que Mínguez no siguiese, Pascual Momparler sería el seleccionador por dos motivos: llevaba todas las categorías inferiores y Mínguez ya le llevaba con él, con los profesionales. El propio Mínguez me lo recomendó también y Freire lo entendió.
¿Deja algo pendiente?
No. Lo único que siempre me ha dado algún ‘problema’ más es la pista, que han pasado cuatro seleccionadores hasta que llegó Félix García Casas, que parece que ha traído la paz y también está luchando para que llegue gente joven.
Y ahora le releva José Vicioso en el cargo. Varias veces dijo que seguiría una línea continuista.
Es lo que ha comentado. Ahora, en el cargo, ya decidirá por ejemplo respecto a los cuerpos técnicos. No sé lo que hará, pero tal vez, si quiere hacer algún cambio, ahora es más fácil al entrar de nuevas. Con él tengo una relación buena. En cuanto a los contratos, algunos seleccionadores tienen de manera directa con la RFEC mientras que otros, como el caso de Momparler, es autónomo, ya que no trabaja solo para la Federación. A Vicioso le puedo aconsejar mínimamente, y ya le comenté las cosas más importantes e inminentes de las que tiene que preocuparse ya (renovaciones de contratos, ropa, patrocinios...).
¿Ha cambiado el número de licencias durante su mandato?
Pues prácticamente no han variado. Se han ido moviendo alrededor de 78.000. De hecho, hay una pequeña tendencia a la baja. Son unos 150-160 euros y cicloturistas que no van a competir, pues no la sacan. Hace un tiempo, tuvimos muchas licencias Máster 30, después Máster 40, Máster 50... esto quiere decir que toda esa gente ha mantenido su licencia y compitiendo, y al ir creciendo cambian de categoría, pero la gente joven que viene por detrás, menos. Eso sí, el año de la pandemia vimos un boom de licencias de gente que eran también para poder salir de su pueblo. Y en chicas hemos aumentado el 100%, pasando de 2.000 a unas 4.000.
Está en el Comité Ejecutivo del COE, y es conocedor de otras Federaciones en España. ¿En qué situación se encuentra la RFEC respecto al resto?
La RFEC goza de buena salud y, sobre todo, tiene un gran prestigio, tanto en la UCI como en el CSD. Hemos sacado adelante numerosos proyectos, como el Women in Bike de las chicas, que ha dado mucha visibilidad al ciclismo femenino, el Bike Territory, el Bici Cole... También es una Federación económicamente saneada, porque cuando llegué estaba en quiebra y tuve que hacer despidos, algo muy doloroso. También tenemos una tecnología avanzada y unas iniciativas e ideas que hace que los patrocinadores estén muy satisfechos. Antes teníamos que buscarlos nosotros, y ahora son ellos los que nos llaman. La gente quiere estar con la RFEC porque trabajamos bien.
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