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CICLISMO

José Vicioso, al frente de la RFEC: “Sin cambio no hay progreso”

El madrileño, hasta ahora Vicepresidente, llega este lunes al mandato la RFEC y toma el testigo de López Cerrón tras doce años de presidente.

José Vicioso, al frente de la RFEC: “Sin cambio no hay progreso”
RFEC

La andadura de José Luis López Cerrón ya es historia tras doce años al frente de la Real Federación Española de Ciclismo. Este lunes, a las 9:30, el que fuera hasta ahora el Vicepresidente y presidente de la Federación Madrileña, José Vicioso, tomó el mando. Su candidatura ha sido la única presentada, estando avalada por 106 asambleístas que suponen casi un 90% de la Asamblea. Con el inicio de su presidencia, José Vicioso se convierte en el vigésimo séptimo Presidente de la RFEC que ostenta el cargo en sus ya 129 años de historia. AS tuvo acceso al discurso que el ya presidente pronunció en su estreno:

El inicio del proceso electoral este 2024 va a suponer la elección de un nuevo Presidente, este hecho de continuidad democrática cada cuatro años ya de por sí conceptualmente es un acontecimiento que colisiona con un proceso de continuismo. Esto no tiene por qué suponer una ruptura, sino que lo nuevo precisa de su espacio y de la construcción de un nuevo equilibrio del escenario federativo. En definitiva: evolucionar es un proceso opuesto al continuismo. Sin cambio no hay progreso. Lo estático frente a lo dinámico. Cambio y transformación, de igual forma que el hoy saliente Presidente lo realizó al ser nuevo. Cambio es una palabra que evoca impulso y audacia; y para ello se necesita liderazgo y compromiso.

El continuismo pretende esconder lo evidente, que no es otra cosa que ocultar su incapacidad, dominada y subyugada por vaguedades, para saber afrontar la incertidumbre con la toma de decisiones edificadas en un proyecto. La continuidad afronta ese reto como algo intrínseco a su propia naturaleza, sin partir de la rémora de que se ha progresado tanto en estos años es necesario seguir fielmente una línea continuista. La complejidad del panorama al que se enfrenta el nuevo gobierno federativo no puede ser subestimada. La resistencia al cambio y permanencia en el continuismo es una deriva de los que no quieren ni desean afrontar la realidad del ahora y de la oportunidad.

Esto va más allá de la elaboración y ejecución de un listado de los problemas que es necesario atender e intentar solucionar para poder seguir avanzando. El empuje precisamente debe ser generado por el movimiento del cambio, de lo nuevo y la Federación es lo que precisa. En eso todos, o casi todos, coincidimos. Lamentablemente las señales de algunos pretenden instalar que la idea de cambiar es demasiado ambiciosa y peligrosa. El éxito no reside en acertar en todo y cada uno de los pasos y tareas, sino en identificar lo decisivo y hacerlo medianamente bien. Lo cotidiano y urgente desplaza a lo importante y es aconsejable seguir igual, es el único y solitario argumento. El continuismo ataca al desarrollo e interfiere en la continuidad de las acciones.

Es requerido mayores dosis de humildad para ser rigurosos en el examen y diagnóstico de nuestras debilidades. El respeto irreflexivo es el mejor enemigo de la verdad, dijo un sabio y ahoga el necesario contraste de ideas y propuestas. El pensamiento monolítico y único frente a las diferencias; paradójicamente lo primero no cohesiona, sino que separa; y lo segundo une. El sectarismo, el dogmatismo y la intolerancia no pueden ser el común denominador del contexto federativo. Dotar a la Federación de un proyecto compartido y consensuado, de nadie y de todos, para nadie en particular y para todos en general, es el desafío principal que sin duda debe abrirse camino. Puede y debe prosperar. A ese proyecto no se llega a través de unos cuantos documentos discutidos y aprobados por las máximas instancias de gobierno. Es mucho más complejo que eso. Se requiere de un consenso nacional que emerge de un debate profundo y sosegado; alejado de imperativos, comprendiendo y aprendiendo de los errores.

El punto de partida no puede ser la Federación que conviene ver, sino la que existe realmente, mucho más plural, heterogénea y porque no decirlo desigual. Es necesario abrazar esa diversidad como genuino camino para construir un legado. Nadie puede erigirse en imponer una concepción predefinida, reduciendo lo complejidad. El éxito de un proyecto de esta envergadura se sustenta en su capacidad de crear las condiciones para utilizar al máximo los recursos y talentos propios de cada uno, generando la chispa de la ilusión.

Nadie puede albergar el objetivo de ser continuista comprometiendo la propia capacidad de la continuidad de implementar acciones dirigidas a todo el espectro ciclista. Es imprescindible tomar conciencia y comprender este proceso, para contribuir desde el respeto, la humildad y las ganas de aprender. El proyecto está centrado en las personas, y consecuentemente éstas tienen que ocupar el lugar que les corresponde. Cada uno de nosotros albergamos a tener la oportunidad de participar activamente en las decisiones, de construir una mejor Federación donde quepan todos.

Continuidad tiene que ver con trabajar en lo que se precisa y a lo que debe aspirar la Federación, donde todos puedan disfrutar de la oportunidad para desarrollar sus talentos hacia un progreso y mejora continua. No debe confundirse con continuismo, que, por el contrario, se vincula con insistir en procedimientos y esquemas que responden a intereses personales de permanencia. Basta recordar la advertencia de un genio… no se pueden esperar resultados diferentes haciendo lo mismo.

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