Behrens da la sorpresa para ser campeón del mundo Sub-23

Las estadísticas están para romperlas. Y los pronósticos también. Es lo que ocurrió en la prueba Sub-23 masculina en los Mundiales de Zúrich, cita que reunía el cartel de corredores más talentoso en años, con Jarno Widar, Joseph Blackmore, Isaac del Toro, Jan Christen, Jorgen Nordhagen, Pablo Torres… Ninguno de ellos consiguió medalla, escenario en el que irrumpieron por sorpresa Niklas Behrens y Martin Srvcek. Nadie pudo responder al arreón final de ambos, por lo que se jugaron la victoria en un esprint en el que el alemán impuso su enorme potencia ante el eslovaco para colgarse el oro. Queda por ver la decisión que tomará el Lidl-Trek, ya que el gigante Behrens (1,95 m de estatura) termina contrato este año en las filas de la escuadra de desarrollo (según el periodista Daniel Benson, tendría acordado su fichaje por Visma). El podio lo cerró el belga Alec Segaert, mientras que Iván Romeo (9º) e Igor Arrieta firmaron un respetable top-10.

La carrera, que un día más transcurrió bajo la incesante lluvia, comenzó con la fuga de tres ciclistas: el británico Donaldson, el estadounidense Kessler y el neozelandés Bower. Pero cuando hay tanto nivel detrás, cuando hay tanta ambición y hambre de victoria, poco o nada se puede hacer. Y es que una vez que fueron neutralizados, con todavía un mundo por delante, la mayoría de nombres que figuraban en todas las listas de favoritos agitaron el avispero. El primero, cómo no, Del Toro, que atacó en el primero de los pasos por la subida a Witikon, a 105 km de meta. Se abría la veda.

Su movimiento no prosperó, como tampoco lo hicieron los de Morgado, Christen y Pellizzari. Mientras, los kilómetros se sucedían uno tras otro a ritmo de vértigo, a pesar de lo delicado que estaba el asfalto por la lluvia. Los españoles aguardaban su momento, muy atentos a posibles cortes, porque a menos de 60 km para el final cualquiera de ellos podría ser el bueno, el definitivo. Y así fue. Con poco más de 50 km por delante, se formó una avanzadilla de nueve ciclistas en la que consiguió filtrarse Arrieta. Crecido, corriendo en casa, Christen hizo su apuesta en solitario, soltando al resto con cierta facilidad.

Pellizzari se lanzó a la persecución, mientras que por detrás se reagrupaban varios grupos en uno. Parecía que el suizo y el italiano quedaban fuera de concurso y que el bronce sería el último botín por decidir en el grupo de hienas (Widar, Del Toro, Blackmore, Lecerf…) que perseguía por detrás y en el que consiguieron estar Arrieta y Romeo. Contra todo pronóstico, Pellizzari se vino abajo, además de un Christen que fue cazado después de rodar 40 km en cabeza de carrera en solitario. Para entonces, los españoles habían sucumbido en los últimos repechos, donde los sorprendentes Behrens y Srvcek hicieron camino. El esprint final entre ambos cayó del lado del alemán, con mucha claridad, mientras que Segaert se llevó el bronce tras soltar en los compases finales a Christen, Del Toro y compañía. Un desenlace tan espectacular como sorprendente.

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